La lista, el súper y las trampas
Siempre llega un momento que no
te va bien ir de compras al súper. Pero al final, por mucho que lo dejes para
mañana, y a pesar del refrán que cita… “no dejes para mañana lo que puedas
hacer hoy”. Lo haces, lo vas dejando y dejando para el día siguiente.
Al final todos sabemos cómo
terminan estas cosas. Abres la nevera
para hacerte algo de comer y es cuando dices… hostia!! Tenía que haber
ido ayer a comprar. Y te preguntas… ¿ y ahora qué coño ceno…? En fin…
Mentalmente sacas tiempo de entre
todo lo que te ocupa para ir a comprar. Piensas incluso en regañarte a ti
mismo. A sabiendas de que estás solo, te insultas y te dices cosas, que si
fuera otro quien te las dijera… la cosa terminaría muy mal.
Al día siguiente en ese espacio
de tiempo que generosamente te has reservado para la compra, lo respetas por
encima de todo. Para avanzar decides ir al súper, una forma de encontrar casi
de todo sin moverte de unos cuantos metros cuadrados.
Entras, rebuscas los bolsillos
para encontrar una moneda y te haces con un carro. Carro que cambias al
instante, porque da la casualidad de que ese no funciona bien. Se va a la derecha.
Coges otro y piensas este sí que sí. Accedes a la inmensa tienda y empiezas a
mirar cosas y piensas… esto no, que no está en la lista. Que cojones, si al
final la lista se quedó en la nevera atrapada bajo el puto imán del servicio de
averías de endesa.
A partir de ese momento, tu
cabeza empieza a retroceder hasta conseguir recordar aquella lista…. Y por un
momento lo consigues y tú mismo te dices… “es que soy la leche”
Das docenas de vueltas, varios kilómetros
diría yo, intentando encontrar los artículos que no recuerdas. Pero inconscientemente,
como nos ocurre a casi todos, nos paramos a ver cosas trampa. Yo las llamo así
porque son las típicas cosas que nunca apuntarías en una lista de la compra
normal. Pero esta gente de los supermercados sabe que si las colocan al paso de
los clientes, más de uno pica y compra. Lo peor no es que piques ahí, lo peor,
es que con una rapidez que supera lo conocido, olvidas más de mitad de las cosas que habías anotado en la lista. Al
final…, al final dices, a tomar por culo, si me falta algo ya vendré mañana.
El espejo, la báscula y otras gimnasias…
Llegas a casa cansado, con ganas
de darte una ducha y relajarte en el sofá. Eso nos pasa a muchos después de un
día duro.
Bien, llegas, te vas a la habitación
y te descalzas mientras te vas acordando de algún salto… por el descanso que te
queda en los pies tras sacarte los zapatos. Te pones derecho y te estiras, te
desabrochas la camisa y los pantalones mientras caminas hacia el cuarto de baño
para darle al grifo de la ducha. Pantalones fuera, calcetines y calzoncillos
también… ya en pelotas, te estiras de nuevo y entonces te miras al espejo. Te pones
de lado, de frente, del otro lado y otra vez de frente, pero esta vez escondiendo
la barriga gradualmente. Vuelves a colocarte de lado y piensas, tampoco me
sobra tanto. Esto… nada, un día de estos me salgo a correr un poco, hago unas
flexiones y abdominales, bicicleta y una dieta baja en grasas y listo. Entonces
te pesas…..Kg?. Durante los diez segundos siguientes, el silencio más absoluto
se apodera del cuarto del baño. Tras ese tiempo, decides que no, que tiene que
ser mañana mismo cuando empieces a cuidarte. Así que te metes en la ducha. Cuando
sales, y esto no sé por qué ocurre, pero en ocasiones pasa, te vuelves a pesar.
Parece como si al ducharte, parte de tu peso se haya ido por el desagüe… joder
que cosas.
Al día siguiente, cuando te
despiertas, apenas recuerdas lo que pasó ayer, pero al entrar en el baño y ver
la báscula… empieza a sonarte algo. Levantas las tapas del W.C., las dos, y
haces el pipi matinal. Te miras al espejo y una sensación no muy lejana hace
que tu memoria vuelva a revivir lo de la gimnasia, la dieta y esas cosas. Miras
el reloj y el tiempo para prepararte va pasando sin remedio. Miras de nuevo al
espejo, te pones de lado y piensas… tampoco estoy tal mal. Mañana ya si eso…. ya
haré algo.
Tarifa plana… no se encuentra operativa en este momento
La familia es la familia… ya lo
decía el padrino. Pues aun así, hay veces que recuerdas que tienes pendiente
llamar a la familia. Pero… no siempre uno tiene las ganas, el ánimo o bien no
encuentra las palabras para hacerlo y decide que esa llamada la hará mañana.
Llegó el día, hoy sin falta toca
llamarles. Te acercas al teléfono, lo coges como con miedo, piensas el número
(lo raro es que lo recuerdes…) empiezas a marcar y de repente cuelgas. Entonces
te preguntas… pero qué coño les digo, si hace ya 6 días que tenía que haberles llamado.
Entonces te respondes. Bueno puedo decirles que he tenido mucha faena y como
siempre están diciendo que haber mi hecho novia…pues eso, que les digo que he
conocido una chica… Algo así, sí, eso está bien.
Total que vuelves a marcar el
número y justo antes de que de tono… cuelgas. Me caguen la hostia… pero como
les voy a mentir con algo así. Buuufff!!! Es que no puede ser. Si les digo que
tengo novia, querrán conocerla y me harán que les llame más seguido. No, no.
Resumiendo, que al final crees
que lo mejor es buscar un momento más indicado para llamarles. Y como no, te auto
convences de que ese momento se encuentra en el día de mañana. Y tranquilamente
te sientas en el sofá y te relajas, porque te quedan casi 24 horas para llamar
a la familia. A todo esto, te tocas la cara, el pelo, la frente… y notas que
estás sudando, hasta tus axilas están empapadas.
Mientras tu mente repite una y
otra vez, que la mejor decisión es la de llamar mañana.
Hay que ver como son las cosas. Dejamos
tareas por hacer para el día siguiente aun sabiendo que son importantes. Es curioso
que a veces haya personas que piensen que en la nevera de casa, la comida se
reproduce por sí sola. Es como sí cada vez que la abren, aquello que les
apetece tuviera que estar disponible…. Y en buen estado, claro.
Otros retrasan cosas, como hacer
un poco de ejercicio, por el simple hecho de pensar que no lo necesitan. Y algunos,
y esto es cierto en varios casos. No es capaz de llamar a la familia porque no sabe
que decirles… Coño, tú llama y seguro que en algún momento surgirá una pregunta…
y a partir de ahí, ya está… se inicia una conversación que puede durar todo el
tiempo que le quieras dedicar.
Total que el del súper anda unos
kilómetros, posiblemente sin necesitarlos, y el que tendría que andar lo deja
para mañana…. Y suda el que está sentado en el sofá de los nervios. Joder.
Si tienes que decir o hacer algo,
que sea alto, claro y lo antes posible.
Lorenzo López