Siempre nos falta algo. Porque cuando tenemos aquello,
queremos lo otro, y cuando lo otro lo tenemos, echamos de menos aquello.
Pero siempre nos quedará algo que
jamás querremos cambiar. Algo realmente maravilloso para nosotros.
No me
refiero a aquellos sueños que soñamos mientras dormimos. Ni a los sueños que
soñamos estando despiertos. No me refiero a los deseos que pedimos cuando estamos
contentos, ni a los deseos que deseamos cuando estamos tristes. No me refiero a
los momentos donde el ánimo nos embriaga, ni a los momentos de desánimo. No me
refiero a los instantes en los que nos sentimos bien con nosotros mismos, ni a
los instantes en los que no nos sentimos bien con nadie.
No me refiero,
tampoco, a las sonrisas que sonreímos cuando estamos solos, ni a las sonrisas
de cuando todos sonríen. Ni a las lágrimas que lloramos cuando otros lloran, ni
a las lloradas cuando nadie nos ve. Ni a las lágrimas que jamás lloraremos por
miedo a que alguien nos vea y nos pregunte. No me refiero a los gritos que
gritaríamos para expulsar nuestra rabia. Ni a los gritos que nunca gritamos, ni
gritaremos.
No me refiero a los muchos abrazos que necesitamos cada día, ni a
los muchos abrazos que tendríamos que regalar cada día. No me refiero a las
miles de gracias que deberíamos dar a diario cuando nos ayudan de forma altruista,
a veces sin saber quién ni porqué. Ni a los millones de perdones que deberíamos
pedir por las veces que alguien nos tendió su mano para levantarnos, sin saber
ni porqué ni cómo. Ni me refiero a los segundos que tenemos para suspirar por
algo que nos encanta, ni a los segundos que desperdiciamos pensando si lo
quiero o no lo quiero.
Me refiero a la mejor medicina
conocida. Ala que no tiene contraindicaciones, pero si efectos secundarios. Unos
efectos secundarios que alimentas el alma de cualquiera. Efectos que animan,
que molan mazo. Unos efectos que
llenan el corazón de latidos de colores i que entonan la melodía más dulce y
agradable que todo ser humanos necesita.
Me refiero al amor. Al amor sin
porqué. Al amor sincero y sin condiciones. Un amor porque te quiero, porque sí,
porque deseo tenerte a mi lado para susurrarte al oído mi mejor verso. Un amor
que me hace sonreír cuando estoy a tu lado, y echarte de menos cuando no lo
estas. Un amor que me surge para regalártelo cada instante. Un amor nuestro,
para los dos, para disfrutarlo y para saborearlo siempre que nos apetezca.
Porque siempre nos quedará cogernos de la mano y besarnos repetidas veces
mientras el amor hace de las suyas.
Siempre nos quedará… el amor
Lorenzo López