Es normal que cuando entras en
una tienda, digamos que de ropa, el o la dependiente/a te pregunte si te puede
ayudar.
Cliente. Buenos días…
Dependiente. Buenos días… ¿le
puedo ayudar en algo?
Cliente. Bueno, venía a mirar.
Dependiente. Muy bien, si
necesita ayuda me avisa.
En este momento pienso… ayuda
para qué… ¿para mirar? Si se hubiese ofrecido antes, no me hubiera comprado las
gafas.
Mientras tanto vas mirando y
toqueteando prendas. Calculando mentalmente si los precios van acorde con las
prendas…
Esto es caro! Esto no está mal, pero no me gusta mucho! Este pantalón
me mola, pero si estuviera más barato. Uyy…este, vaya mierda… claro así está de
barato.
En fin que te vas haciendo tus
más y tus menos. Mientras tanto la dependienta, por pura casualidad aparece de
la nada, dándote un sustazo de cojones… y te dice. Ah!! Hola, ¿Qué, ha visto algo que le haya gustado? En ese instante
no sabes si decirle que sí o que no.
Si le dices que sí… mierda, ya no
te la quitas de encima ni con agua hirviendo. Y te da vergüenza decirle que no.
Algunos piensan que la solución pasa por comprar algo para salir del paso. Yo
creo que no, que hay más opciones.
Le puedes pedir que te deje mirar
un poco más, que llevas las gafas puestas y puedes tú sólo. O también, que te “mire” a ver si tiene algo que sabes que
no tendrá en la tienda... si se empeña en ayudarte a mirar…
La mayoría dicen… Si hay algo me
gusta, pero como no es para mí, ya pasaré con mi pareja y así que se lo prueba
y eso…
La dependienta sabe que mientes como
para que la nariz te llegue hasta el culo, y que posiblemente no vuelvas… ni a
mirar.
Otro sitio donde siempre se
acercan encantados de atenderte, es en los bares de los polígonos.
Madre mía. Te puedes tirar el
tiempo que tienes para desayunar haciendo ademanes a la camarera/o para que te
atienda, o justo en el momento que tocas barra… pan!!! Notas el aliento de
quien va a atenderte, tan y tan cerca, que yo muchas veces pido directamente el
café. Y si puede ser corto… porque ya no me queda sitio para más.
Un buen sitio para ir de compras
tranquilo, no son los bazares chinos.
Cuando entras ves a un chino que
te sonríe como si fueras alguien especial o yo que sé. Pero a la que te metes
es un pasillo... se parecen al copperfield. Te giras para ver algo que casi se
te pasa, y tienes al chino que te saluda justo detrás de ti. Bueno, sigues
mirando y avanzando por ese pasillo estrecho y abarrotado con miles de cosas,
que te recuerdan a tu abuelo, porque ya las veías en su casa.
De repente… vas hacia la derecha
y otro chino, que por cierto no sabes si es el mismo de antes o es otro. Te saluda
un poco más serio… y pasas entre él y los sostenes talla… multi-talla vamos,
porque hay un lío que no se aclara nadie. Al fondo de ese pasillo ves a una
chinita que parece despistada. Los cojones… te está observando con el rabillo
del ojo. Y tú piensas… si ya os he calao!!! Que esto es españa, y hasta tenemos
una canción.
“Cuando tú vas, yo vengo de
mangar de allí…”
En fin… que aparecen y
desaparecen como el Guadiana. Ahora eso sí, compres o que compres, te dan una
bolsa, y del tamaño acorde con la compra.
Otro día escribiré sobre qué pasa
por la mente, cuando vas a la administración de lotería a comprobar la loto y
te dicen no hay nada…
Saludos amigos.
Lorenzo López