Lo ideal es no confundir los
términos. No mezclar ideas ni ocurrencias extrañas como si fueran innovaciones
o mejoras. Lo ideal sería no confundir la paja con el grano, ni el grano con la
juventud. Para decidir no siempre es conveniente aquello del “tanto monta monta
tanto”. En muchas de ocasiones el orden sí altera en producto.
Cuando comparamos, por ejemplo,
un chorizo con un personaje público,
siempre tendríamos que especificar de qué tipo de chorizo estamos hablando,
porque hay algunos embutidos que están realmente buenos, y no merecen
comparaciones con gentes de buen mangar.
Tampoco confundir con buen manjar. No
es lo mismo decir “este tío es un chorizo
aprovechado”, a decir, “este tío hace
chorizos aquí al lado”. Las cosas pasan por algo y en ocasiones deberíamos pensar
si orar antes de votar, o votar antes de orar…
Oremos pues:
Que el todo poderoso no se
aproveche de vosotros. Que jamás decida sin vuestro consentimiento y que nunca
reparta… el que reparte y reparte, se
queda con la mejor parte. Que el todo poderoso, no os bendiga con promesas
y pactos ricos en bienvenidas vacías,
sin antes daros una copia por escrito de la bendición completa. Que los “padre nuestro” que os mande orar, no
sean para perdonar sus fechorías, sino para castigarles sin pan ni peces… ni
vino, ni agua. En todo caso para algunos, dos palos cruzados, muchos soles y
las mismas lunas, más una… y nada del tercer día. Que nuestros “ave maría” no sean en voz alta, sino en
silencio, para oírles mientras comulgan por los pecados que van a cometer. Que
el aliento les suene a rugido, y en su corazón quede una mella por cada
zancadilla que nos pongan. Que “milagros” sea únicamente un nombre de mujer. Amén.
Vetemos después:
1425 días de futuro. Aquí tampoco
debemos confundir votar con saltar. Si tenemos ganas de saltar, las guardamos
para más adelante (ya os daréis cuenta
cuando será el momento) Todos esos días se tendrán que pasar, y no como
Dios mande precisamente. Cada cabeza pensante debería darse dos buenos
coscorrones contra lo más duro que tenga cerca. Después reflexionar si pueden
doler más los coscorrones o la decisión que se está pensando en ese momento.
Cambiar no es tan malo, al final la vida cambia constantemente y nosotros
cambiamos con ella. Porque para casi todo existe recambio. Ya desde muy
pequeños la mayoría hemos cambiado cromos y a raíz de eso, se arreglaron muchas
cosas. En el trascurso de la vida de cada persona, hay miles de cambios.
Por ejemplo: Quien lleva los
mismo calzoncillos que estrenó en la comunión, nadie. Quien calza las mismas
bambas Paredes de los 80’ tan molonas entonces, nadie. Quien conserva en su
rostro el Camín del primer beso de la chica más guapa de la clase, nadie. Qué
chica lleva consigo aquella carpeta con las pegatinas de Miguel Bosé, Richard
Marx o Jon Bon Jovi entre otros, ninguna. Cambiamos el cepillo de dientes más
que los dientes, el pudiera por el puedo y sería por el soy. Cambiamos lucir
hombreras por lucir nuestros hombros. Las modas cambian, las nubes ahora huelen…
Los pájaros, pájaros, están fuera de las
jaulas. Los tontos son más listos, los guapos más feos, y los jóvenes más
viejos. El pan menos pan y el agua ya no abunda. Hasta los polos se deshielan
deprisa para ser desastre. El planeta entero está cambiando, y casi no nos
estamos dando cuenta.
Oremos: Que el cambio esté con
todos nosotros. Amén.
Votemos: sobre todo no confundir
con botemos. Amen.
Lorenzo López