Lectura de Elena

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jueves, 17 de diciembre de 2015

Oramos o votamos

Lo ideal es no confundir los términos. No mezclar ideas ni ocurrencias extrañas como si fueran innovaciones o mejoras. Lo ideal sería no confundir la paja con el grano, ni el grano con la juventud. Para decidir no siempre es conveniente aquello del “tanto monta monta tanto”. En muchas de ocasiones el orden sí altera en producto.

Cuando comparamos, por ejemplo, un chorizo con un personaje público, siempre tendríamos que especificar de qué tipo de chorizo estamos hablando, porque hay algunos embutidos que están realmente buenos, y no merecen comparaciones con gentes de buen mangar. Tampoco confundir con buen manjar. No es lo mismo decir “este tío es un chorizo aprovechado”, a decir, “este tío hace chorizos aquí al lado”. Las cosas pasan por algo y en ocasiones deberíamos pensar si orar antes de votar, o votar antes de orar…

Oremos pues:

Que el todo poderoso no se aproveche de vosotros. Que jamás decida sin vuestro consentimiento y que nunca reparta… el que reparte y reparte, se queda con la mejor parte. Que el todo poderoso, no os bendiga con promesas y pactos ricos en bienvenidas vacías, sin antes daros una copia por escrito de la bendición completa. Que los “padre nuestro” que os mande orar, no sean para perdonar sus fechorías, sino para castigarles sin pan ni peces… ni vino, ni agua. En todo caso para algunos, dos palos cruzados, muchos soles y las mismas lunas, más una… y nada del tercer día. Que nuestros “ave maría” no sean en voz alta, sino en silencio, para oírles mientras comulgan por los pecados que van a cometer. Que el aliento les suene a rugido, y en su corazón quede una mella por cada zancadilla que nos pongan. Que “milagros” sea únicamente un nombre de mujer. Amén.

Vetemos después:

1425 días de futuro. Aquí tampoco debemos confundir votar con saltar. Si tenemos ganas de saltar, las guardamos para más adelante (ya os daréis cuenta cuando será el momento) Todos esos días se tendrán que pasar, y no como Dios mande precisamente. Cada cabeza pensante debería darse dos buenos coscorrones contra lo más duro que tenga cerca. Después reflexionar si pueden doler más los coscorrones o la decisión que se está pensando en ese momento. Cambiar no es tan malo, al final la vida cambia constantemente y nosotros cambiamos con ella. Porque para casi todo existe recambio. Ya desde muy pequeños la mayoría hemos cambiado cromos y a raíz de eso, se arreglaron muchas cosas. En el trascurso de la vida de cada persona, hay miles de cambios.

Por ejemplo: Quien lleva los mismo calzoncillos que estrenó en la comunión, nadie. Quien calza las mismas bambas Paredes de los 80’ tan molonas entonces, nadie. Quien conserva en su rostro el Camín del primer beso de la chica más guapa de la clase, nadie. Qué chica lleva consigo aquella carpeta con las pegatinas de Miguel Bosé, Richard Marx o Jon Bon Jovi entre otros, ninguna. Cambiamos el cepillo de dientes más que los dientes, el pudiera por el puedo y sería por el soy. Cambiamos lucir hombreras por lucir nuestros hombros. Las modas cambian, las nubes ahora huelen… Los pájaros, pájaros, están fuera de las jaulas. Los tontos son más listos, los guapos más feos, y los jóvenes más viejos. El pan menos pan y el agua ya no abunda. Hasta los polos se deshielan deprisa para ser desastre. El planeta entero está cambiando, y casi no nos estamos dando cuenta.

Oremos: Que el cambio esté con todos nosotros. Amén.

Votemos: sobre todo no confundir con botemos. Amen.


Lorenzo López