A fecha del día hoy, que
irremediablemente avanza, la política se sigue mostrando insípida y sin carácter,
sin vergüenza y sin confianza. No tiene ni una pizca de sustancia, ni si quiera
una sola novedad.
Siempre se viste con el mismo
traje. Cambia la corbata pero con las mismas dudas. Sus sentidos lucen con el
brillo de la inseguridad y tras unas sonrisas, más falsas que una moneda de
euro con la cara de Homer Simpson, afirman cambios para cambiar lo que nunca
han cambiado. Aseguran que todo va bien en sus
casas y mal en la de los demás partidos. Aseguran que no nos faltará de
nada, cuando siempre nos ha faltado lo básico. Aseguran puestos de trabajo,
cuando son ellos los que lo destruyen. Aseguran menos paro en estadísticas, cuando en realidad miles de jóvenes
estudiantes abandonan el país por falta de salidas laborales. (otro macdonals es posible…yeaaaa)
Parece increíble que todos los partidos políticos “defiendan” lo mismo
y no se pongan de acuerdo en nada.
Hasta nos aseguran que no tenemos
deuda… serán ellos, porque el pueblo
si las tiene, y las tiene que pagar,
vamos…
No se vayan todavía, aún hay más…
Ahora viene lo bueno.
Llegado este momento, el domingo
no sé si ir a votar, o irme a botar. Porque votar lo he visto con las gafas “del
serca”, y lo he practicado más que el padre
nuestro antes de la comunión. Y el resultado siempre ha sido el mismo. Escoges
una papeleta. A ser posible la de un partido bueno… tipo Barça – Milán, y la metes en un sobre (antes asegúrate que no hay
un “Bin Laden” dentro con la firma de Bárcenas) una vez metida… memoriza bien las
promesas, porque quizá no las vuelvas a escuchar nunca máis. Luego haces una cola larga, larga (tipo iglesias), que tela
también, y con el sobre y el DNI en la mano izquierda, dejas caer tu mano derecha y esperas... Y llega un
momento que te toca… y tras revisar que eres tú, que tienes la misma pinta que
en la foto (que es lo más difícil de creer) te dejan meter (otra vez…) el
sobre dentro de una urna… que es lo único transparente
que nos enseñan. No sé vosotros, pero yo cuando salgo de allí, me da la
sensación de que estoy en la calle. No sé, siento ese vientecillo… calentorro
que me termina de joder el domingo.
Otra cosa es ir a botar. Eso lo tengo que probar, porque
se ve que mola mucho. Parece ser que te pones enfrente de una embarcación como
si esperaras el Habemus Papam, y tras
un rollazo de dos horas, que leen entre dos o tres, sobre no sé qué… va un señor y lanza contra la proa, una botella de
cava, sidra, cerveza o champán (depende de Ship Made in…) con más ilusión que
un bebé con pañal nuevo. Todos aplauden esa acción
como si fuera la mejor de la Bolsa. Algunos
incluso hacen reverencias como burros
y otros lloran lo que quizá nunca lloraron por una persona. Arrogantes con
trajes a medida, y a medida de lo posible semblantes parecidos para aparentar
lo que sea que quieran parecer. Si pudieran enseñarla
para ver quien la tiene más grande… maricón
el último. Es que son la polla. Entonces pues nada… que si eres alguien
importante seguro que hay sitio para subir a dar una vuelta en el barquito, con
unos aperitivos de “Susi” bajos en sal,
bebidas con alcohol y sin vergüenza, y refrescos con base de agua la “mar” de fresquitos. Si no lo eres, ni
conoces a nadie, entonces sí que nada de
nada… pero bueno de todas formas pasas el día de domingo entretenido… que es
otra forma de botar.
No se vayan todavía aún hay más…
Falta el final de las blandas
Vencer, no siempre tiene como
resultado una victoria limpia. Existe el arte de “convencer”, que es ni más ni menos, es lo que tratan de hacer los que
pretenden representarnos, presentándonos las mismas promesas pero vestidas de
otro color. Y sabéis aquello de “Por mucho
que el mono se vista de seda, mono se queda” Y eso es lo que ha estado
pasando siempre. Intentar vestir a un mono de presidente, (con perdón a la inteligencia
del animal) cuando no hacía falta… sólo es necesario quitarle las gafas.
Hasta otra… sin duda.
Lorenzo López