Algunos dicen que no es cierto y otros que sí. Eso no lo voy
a discutir nunca.
Pero por unos minutos, pongamos
que mi alma pesa 21 gramos. Y dentro
de todos y cada uno de estos gramos, se esconden los 21 sentimientos más importantes que una persona tiene.
Sentimientos perfectamente
definidos. Simplemente perfectos. Cada alma esconde su particular esencia. Alineadas
milimétricamente para cada ocasión. Y son aquellos impulsos súbitos, los que
nos hacen reaccionar a todo lo que apreciamos. A todo lo que, de alguna manera,
nos transforma, nos lleva un poco más allá de donde nunca habíamos pensado llegar
jamás. Dónde, es lo de menos, lo que realmente
importa es el cómo. Es la forma que
puede tomar. Porque un solo gamo de alma tomará la forma más grande en un solo
instante. Absorbiendo todo ese sabor de esa parte mágica que llamamos felicidad, y que nunca debería faltar a
nadie. Porque el alma no hace falta que pese más para ser mejor. Porque el
sentido de las cosas que sentimos, no son mejores, en uno u otro tamaño, son “diferentes”
porque todo contigo, es diferente.
Esparce por tu interior cada uno
de los 21 gramos que tienes a tu disposición, que son tuyos, para ti… y para
siempre. Disfrútalos cada segundo, cada milésima de segundo, con todas tus
ganas, con esa fuerza que a veces piensas que no tienes… Sí la tienes, úsala, y es tan tuya que no tiene
parecidos ni semejantes. Solo tiene lo que tú le des. Tu empuje y tus ganas, tu
ilusión y tu carisma, tu templanza y tu día a día. Tus alegrías unidas a tu
sonrisa, ligadas más que nunca a todo aquello que deseas, todo aquello que te
pone colorada… porque amas.
Porque hay almas rotas por penas
no merecidas. Por la falta de otra alma que atienda, que confíe, que suspire
tus suspiros, que ame lo que tú amas, que sueñe lo que tú sueñas y que
despierte atreves de mis ojos (por ejemplo) para ver despertar los tuyos… Para
latir cada gramo de sentimiento, cada gramo de pasión que llevamos dentro. Cada
gota de aliento que en ocasiones nos ahoga. Cada beso que no nos dimos. Cada caricia
que nos saltamos. Cada perdón que no pedimos y cada abrazo que nos perdimos. Cada
mirada con los ojos cerrados, que nos hubiera hecho ver, aquella parte que nos
gustaría rozar con cualquiera de los 21 gramos de alma. Rozarlos eternamente… Siempre y para siempre.
Porque cualquier sueño, por poco
tiempo que dure, será tu sueño. Será la parte de aquel rincón donde se guardan
los recuerdos más exquisitos. Aquella persona que te hizo sonreír en tu
infancia, que te hizo sentir bien, y que te enseño la parte más importante de
su vida entre tus manos finas y las suyas marcadas por un tiempo de penas y
alegrías.
Nunca olvides que el alma, tenga
o no un peso concreto, siempre será nuestra alma, y con ella podemos sentir y
sentirnos. Podemos amar y amarnos. Podemos reírnos de nuestras risas. Podemos desear
y desearnos. Podemos reconstruir nuestro rincón y adornarlo como nos apetezca… tenemos 21 formas en nuestra alma…
Disfrutemos cada instante de
ellas… y ayudemos a ayudarnos a saborear nuestra felicidad en la forma, manera,
donde, como y cuando nos dé la gana.
Cada gramo de ti… ocupa cada uno
de los míos.
Lorenzo López