Estábamos juntos en esto, pero aquel tipo parecía tonto. Se había empeñado
en que nos vistiéramos de payasos… pero si a él sólo le hacía falta la goma para la cara.
Al final nos disfrazamos de abuelitas solteronas. De esas ricachonas que
van con una permanente, que ya la quisieran los pelochos. Ropa oscura, pero no
negra del todo. Joyas en ambas muñecas y en el cuello. En el pecho, un broche
que aparte de parecer que pesaba, hacía bulto, muy grande, quizá demasiado. Pero
teníamos que parecer dos ancianas con mucha pasta, para que nos atendieran bien en ese puto banco que queríamos atracar.
Cuando creímos estar preparados, y tengo que reconocer que mi compañero
casi se sale con la suya…porque parecía un payaso. Bueno, con casi todo listo
para hacer la primera prueba, salimos a la calle. Nos daba la sensación de que
todo el mundo nos miraba. Yo, tenía la sensación de que me miraban, a mi compañero
le miraban de forma descarada. Caminamos un
par de calles lentamente, como lo harían dos abuelitas con su cayado. Chepi, mi
compañero, en ocasiones se le iba la pinza y andaba más rápido de lo que
debiera, y tenía que avisarle, además ni tan sólo apoyaba el cayado al suelo. Teníamos
que hacerlo bien antes de ir al banco la mañana siguiente.
Chepi estaba nervioso, eso no lo discuto, yo también lo estaba. No se roba
un banco cada día. Bueno es que hay que estar un poco majara para intentarlo. Pero
nosotros estábamos más que “pa ya”… mucho más lejos incluso. Teníamos deudas hasta en
CÁRITAS, que ya es decir. Nuestra cara salía en lo paquetes de cereales, como en
los carteles de se busca del oeste. Por Dios!! Y así estuvimos una buena
temporada, hasta que por fin una peli de Al Pacino y Robert De Niro titulada
HEAT, nos inspiró. Allí roban a saco y todo les salía bien al principio. Aunque eran seis o siete y nosotros dos. Chepi decía que mejor, porque así hay más a
repartir… me cagüen la leche… yo pienso en las ostias que nos iban a repartir,
porque nos tocarían todas. La parte de la peli que más nos interesó fue la
parte del principio, cuando empiezan robando el furgón blindado. Y luego como
se lo montaban en los bancos, con aquellos fusiles, caretas blancas con y la ostia… Creo
que a Chepi le inspiró demasiado, porque se lo tomaba muy enserio, y eso era
bueno hasta cierto punto. En ocasiones había pensado en disuadirle y dejarlo
correr, pero viendo como lo prepara todo, cualquiera se dispone a decirle algo.
Bajo sus sostenes, se hubo colocado un relleno con la cantidad que él creyó
oportuna. Consistía en gelatina de fresa dentro de un globo de color rosa, atado
con un nudo y listo. En mi opinión creo que se había pasado colocándose una talla
85 de pecho, para hacerse pasar por una abuela de 85 años… Quizá creyó que la
proporción era una talla por año, como la ropa de los críos. En fin… que en
algunas ocasiones tenía que aguantarme la risa. Eso me hacía pensar en que si
me daba por reír durante el atraco, estamos vendidos del todo.
Seguimos andando y haciendo ver que hablamos de cosas de viejas. Respirando
algo más rápido y sorbiendo la baba que me provocaba el trozo de goma, que me
había puesta bajo la lengua. Ese trozo de goma hacía que el sonido de la voz
sonara como más…de vieja, vamos. Manteníamos el paso lo mejor que podíamos, aunque
admito que era complicado. El calzado, también era otro tema para coger
con pinzas, por así decirlo. Nos costó lo que no está escrito, conseguir unos
zapatos adecuados a la edad, al momento y sobre todo que fueran adecuados al
tamaño del pie de una abuelita de 85 tacos. Los míos eran un número menos y
flipaba lo mucho que me apretaban. A pesar de haberme puesto crema para el
dolor y la inflamación…dolía bastante conforme ibas andando. Chepi… jejeje y me
río por no llorar… lo tenía más difícil. Él calzaba una 44 de pie y habíamos
quedado que, a pesar de que yo era algo más bajito, comprar los dos pares del
mismo número. Del 40.
Sinceramente, Chepi estaba tan metido en el tema de pillar la pasta del
banco y salir corriendo, que… bueno, lo de salir corriendo ya veremos. Quiero decir
que lo tenía tan claro, que creo que no le molestaba andar con 4 números
menos en sus zapatos. Como creo que no le molestaba que me riera de alguno de
los gestos que hacía.
Intentamos entrar en una tienda a comprar un par de medias. Yo no quería, pero Chepi se empeñó y al final entramos. Que nos costó acceder a esa tienda,
joder. Entre el puto refajo y los tres escalones de la entrada, a pocas nos
caemos de boca. Madre mía, casi nos partirnos la crisma. Aún que salió un señor
a echarnos una mano, que si no…
Ahora lo mejor de todo… es que era para verlo, coño… Cuando le preguntan la
talla de las medias. Teníais que a ver visto a Chepi midiéndose la cabeza con
la cinta métrica del señor de la tienda. Por Dios!!. El mismo que nos ayudó, que seguro pensó que estábamos más “pa ya” que “pa ca” y no le hizo caso, tomándoselo a
broma. El señor nos ofreció la talla media. Chepi se fijo que el dependiente
puso su mano derecha dentro para enseñarnos lo tupidas que eran. Chepi hizo lo
mismo, y no sé por qué, pero lo hizo. Un tío que gasta un 44 de pie y que se
calza un 40 sin decir ni pío, imagínate su mano metida en una media…. Buuuuff. Yo
me estaba partiendo de la risa por dentro, aguantando no sé cómo. Hasta mis
piernas tuve que cruzar para no mearme.
Al salir de la mercería con las medias en una bolsita, Chepi me preguntó dónde
comprar unas tiritas para unos cortes que se había hecho con el filo del papel
que envolvía las medias. Madre de Dios… pero como pides tiritas para un
cortecillo, cuando tienes los pies metidos en un zapato 4 tallas menos.
Al final llegó la noche antes del atraco y teníamos que descansar lo mejor
posible. Chepi se quedó en mi casa a dormir, estábamos más lejos del banco en
cuestión, pero así era mejor. Ese día llegaba una entrega de dinero importante
a las nueve de la mañana. Teníamos que madrugar para estar 15 minutos antes
haciendo el paripé en la oficina. La putada era volver a vestirse con toda
aquella cantidad de ropa. Chepi tuvo la gran idea de dormir vestido… ja ja que
cojones tiene el tío. Estoy seguro que si te duermes vestido con toda aquella ropa,
quizá no despiertes nunca. Posiblemente mueras asfixiado.
Tras convencer a Chepi para que se quitara la ropa, que me costó un vaso
grande de leche con un paquete de galletas… y lo de las galletas me hizo pensar otra vez en las
ostias que podíamos pillar si nos trincaban… Bueno, pues mientras él se “incaba”
el paquete entero con el vaso de leche, de los grandes, yo perfilaba los
detalles.
Lo primero poner el despertador a las 7… mejor a las 6, que con tanta ropa,
no sé yo. Después unos apuntes para saber que teníamos que decir al entrar. Otra
cosa importante era saber por dónde salir y como irnos a toda pastilla… que por supuesto no
sería corriendo con aquellos zapatos puestos, claro.
Habíamos alquilado un coche que había aparcado cerca del banco la tarde
antes. La puerta de salida estaba controlada y todo lo que había que decir
también. Parecía que todo estaba listo para dar el golpe de nuestra vida. “Y A
TOMAR POR CULO LA CRISIS…
Costó vestirnos como para no poder tomar ni café, pero bueno, con los
nervios igual se me hubiera cortado. Salimos por el parquin en mi coche, eran
las 8.27 de la mañana y nos iba justito para llegar al banco. Chepi mientras yo
conducía se trincaba otro paquete de galletas… por cada una que se metía en la
boca… yo veía una ostia de las grandes en mi geta.
Llegamos al banco, entramos y un espavilao de esos que están al acecho para
sacar tajada, nos vino a ayudar de la mano, el muy “gilipollas”. Nos acercó
hasta su mesa, que por otro lado nos iba bien, porque estaba cerca de la zona
por donde pasaban los que entraban la pasta.
Nos estuvo comiendo el coco sobre no sé qué letras de tesoros y acciones
con gas y primas de no sé quien y otras chorradas que no entendía. Estábamos pendientes de lo nuestro. Al
final aquellos dos petardos del furgón entraron con un par de bolsos grandes
cada uno. Que hacían pinta de pesar. A Chepi se le iban los ojos tras las 4 bolsas.
Cuando pasaron justo por delante nuestro, nos levantamos y dijimos aquello de…”esto
es un atraco” Chepi lo repitió dos veces… por si alguno no se había enterado… joder!!
Los dos seguratas se tiraron al suelo como si alguien les hubiera disparado,
nosotros no. Ni siquiera llevábamos pistola. Total que con una mano dentro del
bolsillo simulando una, nos dijimos a recoger las bolsas y obligamos al
espavilao a que nos abriera la puerta trasera para salir. Joder el tío, ni
rechistó. Nos abrió y nos quería acompañar al coche. Le dije que no, qué coño.
Nos subimos al coche y al ir a ponerlo en marcha, no había manera. Insistí
varias veces pero nada de nada.
Alguien picó en la ventanilla, nos enseñó una placa de policía y nos invitó a salir por las buenas. Chepi y yo nos miramos y coincidiendo en nuestras palabras, dijimos… por los menos no pasaremos hambre en la cárcel.
Alguien picó en la ventanilla, nos enseñó una placa de policía y nos invitó a salir por las buenas. Chepi y yo nos miramos y coincidiendo en nuestras palabras, dijimos… por los menos no pasaremos hambre en la cárcel.
Al final no llegamos a usar las medias… lástima.
Lo bueno es que nos pudimos
sacar los zapatos antes de lo previsto. Que descanso...
Lorenzo López