Hola que tal – Bien, bien – Me
alegro mucho – De nada, un placer. Hasta otra. – Vale pues hasta la próxima,
chao, chao.
Así de absurdas son muchas
conversaciones que tenemos muchos días, muchos de nosotros.
Conversaciones para enmarcar por lo menos.
De qué hablan dos personas, pongamos
que son vecinos del bloque, en el ascensor. La conversación más frecuente con
diferencia, es hablar del tiempo.
Ejemplo:
Vaya con el tiempo – Vaya, vaya –
está apretando de lo lindo – sí, es que no sabes que ponerte. Ah, y le digo una
cosa, ayer ni abriendo las ventanas entraba una chispa de aire, no sé si a
usted le pasó, lo digo porque como está un piso por encima del mío – Pues la
verdad es que ni abrí la ventana… Bueno, yo me apeo aquí, a pasar buen día – Igualmente.
También dentro de un ascensor, se habla
de los precios. Si una de las dos personas, o las dos, entra con una bolsa del súper… aquí hay tema…pero bueno, tema, tema.
Oh, hija mía, que caro que está
todo – pues sí la ver… - No hace falta que me digas, en un momento he comprao cuatro cosas y fíjate, 26 euros y pico
que me han llevao – Sí, sí, está todo
por la nub… Es que se pasan mucho, solo hacen que subir y subir – Ya, a mí el
otr… Sí hija, que no puede una salir de casa… ala que yo ya he llegao, me alegro que haber hablao contigo hija.
Conozco una anécdota que decía
que en un ascensor coinciden una señora y un señor. Ambos no se conocían entre
sí. Cada uno pulsa el piso donde desea subir y se mantienen en silencio
mientras ascendía el aparato. Tras unos segundos el señor arruga un poco el
ceño, mueve su nariz… y pregunta. ¿Perdone
señora, aquí huele muy mal, se pedido usted? – La señora pausadamente se
gira, mira el señor y contesta con otra pregunta. ¿Ha sido usted el que se ha pedido? – El señor enseguida contesta,
no, no señora, yo no. – Ella vuelve a preguntar, ¿entonces si no ha sido usted y estamos solos, para que me pregunta?
El autobús es un buen lugar donde se
escuchan este tipo de conversaciones. Muchas veces esas charlas aparecen sin
más. Sube un señor o señora mayor y todos los asientos están ocupadas. Una persona
que se siente amable, se levanta y cede su asiento al señor/a que ha subido en
ese instante. Todos sabemos cómo son nuestros mayores, y basta que les cedamos
un asiento, para que no lo quieran (en cambio si no se levanta nadie se ponen a
parlotear con otro tipo de la misma quinta criticando el hecho) La cosa es que cuando el
asiento queda libre, pasan varios segundos, y hasta se conoce que en ocasiones
el chofer hizo vacaciones y a la vuelta, los pasajeros seguían discutiendo por el
asiento. Algo así como… El que cede su asiento se levanta y le dice al señor
que puede sentarse – el señor dice, no tranquilo, si me bajo enseguida – Es igual,
siéntese, estará mejor – El señor protesta. Que insinúa que no estoy bien de pie
– No digo eso señor, si no quiere no se siente, yo me bajo aquí mismo, adiós. El
señor le sigue reprochando mientras el chico desciende por las escaleras del bus. - Que se
cree que no puedo aguantar de pie todo el trayecto… pues se equivoca. El que
cedió el asiento ya está abriendo la puerta de su casa.
Vamos al mercado.
¿Quién es la última? La última,
la última… Yo, yo señora es que estaba mirando como salía la sardina – pues a
ver si estamos por lo que hay que estar. Otra señora pregunta, ¿Por dónde salen
las sardinas...? No las veo. – La que pidió la tanda contesta – Mire, mire están
saliendo por la boca del besugo y se meten pal bacalao… Otra señora dice, no le
haga caso, las sardinas van a 7.80 euros el kilo. – Y en el fondo se escucha, ¡¡ostia, yo prefería lo del besugo y el bacalao.
Nos vamos al pryca, donde hay unas
colas que ni una final de champions. Una persona coge tres cositas y se va para
las cajas. Ve que están todas a tope y busca la caja que menos gente hay. Se posiciona
cerca de la clienta que está a punto de ser atendida… y le pregunta. ¿Qué me
dejaría pasar, sólo llevo tres cositas y además no me encuentro muy bien. La
clienta con el carro lleno se la mira en silencio, y le hace un hueco para que pase.
La de las tres cositas pasa dando las gracias. Saluda a la cajera, (porque va
mucho por allí y la conoce) En esto que la cajera le pregunta. ¿Otra vez por
aquí Juani? Ya es la cuarta vez que viene esta mañana… A la clienta del carro lleno
le hubiese gustado mirar a la cara a la caradura… nunca mejor dicho.
En una tienda de chuches.
Hola buenas tardes. ¿Me pone 300
gramos de caramelos variados? Sí señor, ¿de qué sabores le pongo?
En un quiosco.
Perdone. ¿Tiene prensa de ayer? –
no, llega 24 horas tarde.
En una peluquería.
Hola vengo a pedir hora para
mañana. – ¿Que se tiene que hacer? – Así, saludar, hola buenas tardes, vengo a
pedir hora para mañana. – Vale, vale, ¿a qué hora le va bien?, perdone, será a qué
hora le va bien a usted. – Mire venga a las 10.30 – Supongo que de la mañana,
es que por la noche he quedado.
Sala de espera del médico.
Entras, saludas y comentas en voz
alta…bufff cuanta gente. ¿El último? Y todos contestan, usted señor, usted. Te miras
la hora y vuelves a comentar… madre mía,
si ya pasan 22 munutos de la hora que me dieron. Uno contesta, yo hace 38 minutos que
debería haber entrado. Otra señora dice, yo hace casi una hora que debería haber
entrado… Otro comentario vuelve a perturbar la sala de espera. Me dejarían
pasar delante de ustedes… es que tengo la comida por terminar y la play en
marcha, con la luz que gasta eso…
En una óptica.
Buenas, venía a ver unas gafas
para ver. El dependiente contesta. A ver unas gafas para ver… qué.
En un lavabo público.
Hola. – Hola. Bueno aquí estamos –
Sí aquí estamos. – Ya. – Sí. Venga adiós. – Adeu, adeu.
Punto de atención al cliente.
En qué puedo ayudarle señor. – ¿Tiene
los horarios de los buses? – mire señor, tiene que buscarlos en la web. - ¿Dónde?
Si a mí me han dicho que para por aquí cerca.
En una cafetería.
Buenos días, que le pongo. – Un café
con leche, descafeinado, con leche natural, corto de café, sacarina y en vaso
de cristal, por favor. Bien pase de aquí 15 minutos que estará listo. Gracias
por su visita.
Hola – Hola – ¿acabas de llegar? – No, me iba ahora mismo. – igual que yo… adiós.
Lorenzo López