Lectura de Elena

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jueves, 24 de abril de 2014

El chándal de los Domingos

Era una mañana de Domingo como cualquier otra, quiero decir de esas que no sabes que hacer. Aburrida vamos. Me levanté de la cama más despejado que de costumbre. Es curioso los días de curro me cuesta un huevo y parte del otro decidirme a poner un pie en el suelo. Eché un vistazo por la ventana para ver que tal día se presentaba. Estaba bien y eso siempre anima. Me senté en la butaca de la habitación para ver si mis ánimos crecían. Después de casi una hora, estaban igual. Así que pensé en hacer algo diferente, eso no quería decir que fuera la primera vez que pensaba en hacer algo diferente. Y me dispuse.

Me enfundé el chándal de los domingos y me fui dando un paseo a un Bar que tenía cerca de casa. El único de la zona que no cerraba ni por defunción del dueño.

De hecho el periódico lo miraba casi cada día, pero esa mañana el motivo era menos informativo, por decirlo así. Delante de mí entró un tipo que no había visto nunca por allí. Por unos segundos se hizo con el periódico y se puso a hojearlo incluso antes de pedir consumición alguna. Renegué un poco, pero me di cuenta que pasaba las hojas bastante ligero y pensé que terminaría enseguida.  El camarero de siempre, el inmortal, ya me había servido el cortado que le pedí.

El tipo aquel, que más que leer parecía que miraba las fotos, llegó al apartado de los deportes. Mi impaciencia empezó a ponerse en marcha cuando de repente no pasaba las hojas con el mismo ímpetu que hasta entonces. Pasaron unos quince minutos y aquel hombre seguía estancado en los deportes y eso empezaba a desquebrajar mi paciencia debido a las ganas de consultar ciertas páginas de ese periódico.

A pesar de que estaba cerca de aquel tipo, ya que sólo nos separaba un taburete, decidí sentarme justo al lado suyo, bien arrimado. Aquel movimiento no le desorientó ni lo más mínimo. Así que decidí alargar mi cabeza tanto como me dio el cuello. La intención era aparentar un interés lo más parecido al suyo, por aquellas mismas páginas. Pero la intención real era… molestar. Sí, molestar, joderle un poco, porque necesitaba tener el periódico para mí solo. Hubo un instante en que ladeó su cabeza y me miró. Se volvió de nuevo a leer y otra vez se giró para mirarme. 

Al final le dije yo a él.  - Puede dejar de moverse - Es que no atino a leer bien –

Vaya tipo curioso que me sorprendió nuevamente.

Se apartó, agarró el periódico por un extremo y lo movió hasta que estuvo entre medias de ambos. No me lo podía creer. Aquel tipo siguió leyendo aquella puta página de deportes como si nada hubiese pasado.
Casi pensé en amenazarle, pegarle una colleja o tirarle de los pelos y obligarlo a que me diera el periódico. Pero no, me serené y pensé de nuevo. Quizá fuera mejor darle unos euros y que se marchara a tomar algo a otro bar. Pero conociendo como está el barrio de parado los días de fiesta, este tío tendría que irse a tomar por el culo de aquí para echar unas cervezas. Así que estaba seguro que no aceptaría.

Mi cuello seguía erguido para que mi cabeza ocupara el mayor espacio posible entre el diario y los ojos de aquel tipo. Quería molestar lo máximo posible, y lo bueno es que lo estaba consiguiendo. Pero era una especie única aquel tío. Mis nervios estaban a tope.

En circunstancias parecidas, pero con cualquier otro tipo de personaje, si le molesta que muevas la mano para rascarte la mejilla, te parte la cara. Algunos hasta te pedirían salir a la calle para darte de ostias. Incluso amenazarían con matarte mientras sus venas se hinchan y el repertorio de insultos sería una lista sin fin. Pero aquel extraordinario ser, era la puta paciencia personificada leyendo los deportes la mañana de un día de fiesta, en el único bar a varios kilómetros a la redonda.

No podía más, estaba hasta los huevos de aquella situación. Cerré los ojos, respiré hondo y tomé una decisión. Era la definitiva.

Le toqué en el hombro que tenía más cerca de mí tantas veces que parecía que estaba mandando un telegrama. Al final se giró y me preguntó que deseaba.

Madre mía… “que deseaba” dijo el tío.
Joder!!! Eso es lo que deseo, pero no contigo. Así que espabila porque necesito mirar la página de contactos.

Y mi sorpresa fue “pa mear y no echar gota”

Aquel tipo con más paciencia que el santo de los imposibles, se acercó y me susurró al oído…

Me planté en esta página de deportes por vergüenza, mientras esperaba a que te fueras. Porque quiero mirar lo mismo que tú. “La página de contactos”

Lorenzo López





martes, 22 de abril de 2014

4ª Crónica

Quiero agradecerte el detalle que has tenido conmigo. Ha sido maravilloso ese cuento para dormir que me mandaste. Ayer mismo nada más recibirlo lo escuché. 

Deseo que te encuentres bien, y como siempre espero que todo esto que hago por ti, sea de tu agrado y entretenimiento. También escuché tu crítica del relato "la bolsa roja", Gracias otra vez. 
Estoy terminando algo nuevo para este jueves 24, y te adelanto que será de lo más emocionante e inesperado. También un poco atrevido, porque no decirlo... pero creo que encajará bien en la imaginación de todos los lectores.

Un abrazo enorme y disfruta mucho.
Mañana te haré llegar una rosa...como siempre.

Feliz Sant Jordi...

Tu amigo Lorenzo López