No soy político, ni tengo
carreras, ni siquiera trabajo… pero sí tengo ideas, y me sobran motivos para
luchar por ellas.
Aún conservo el tesón para
decidir, y mi mente para plantear mi destino. Un destino que quiero caminar mirando
atrás, decidir mis pausas, sentarme a observar los roces de mis pies. Tengo un
presente y un pasado, y mañana que es futuro, espero seguir por aquí.
Mi primer llanto, según mamá,
fue poco sonoro. Dice que se acuerda perfectamente y que no hice mucho ruido al
salir. Pero también dice que fue cuestión de horas… y luego no paraba en todo
el día. Bueno, paraba puntualmente cuando me agarraba a su teta. Luego vino el biberón, no era lo mismo, pero lo importante
era el contenido. Y ahí quiero llegar yo, al contenido que emerge poco a poco
estos días, políticamente hablando. Hay tantas mentes pensando estos días en cómo
ganar las elecciones, como pensamientos para con qué llenar el bocata del niño… (la sombra de los chorizos no se come…) Para elegir quien
se ducha esa semana. Para cómo van a estudiar los críos sin luz… ¿en el balcón,
quizá? Las personas somos personas siempre, incluso cuando nos sentamos a
cagar.
El respeto y la consideración
se está olvidando en muchos casos. Aquello que reza en una canción del señor
Manolo García… Tanto tienes, tanto vales…
y si no, a galeras a remar, no es de esta época. Con o sin recursos, la
dignidad es un derecho para todo el mundo, no un valor añadido que nos tenemos que
ganar. No vale decir aquello de lo prometo desde lejos. Si tiras la piedra, enseña
la mano, joder, y da la cara. No me sirven fotos de etiqueta encajadas en
fondos emblemáticos de una ciudad que necesita hechos, realidades, esfuerzo,
más pan y mejor repartido. Unas normas que se escriben con tinta modificable. Unas
ideas que ayudan, pero no a todos. No creo que el problema sea invertir en la
ciudad, sino cómo se invierte, con qué objetivos, con qué pronósticos, y sobre
todo con alternativas para los que duramente sufren pobreza severa. Para los
que sufrimos el acoso bancario infinito. El abuso de unas normas poco inteligentes
que favorecen a los mismos de siempre.
No hace mucho tiempo, colaboré
con la PAH en el Centro Cívico de Balafia, Lleida, con un escrito muy singular,
donde las palabras eran parte del pensamiento de todo el pueblo de Lleida. Cuesta
mucho escribir lo que otros quieren leer, pero aún cuesta más, escribir lo que uno
siente para que los demás lo sientan igual que yo.
Cada jueves me estrujo mi
cerebro y mi corazón, para sacar el máximo sentido de las cosas que creo más oportunas.
El humor y la ironía forman parte del contenido de la mayoría de mis escritos. Acertado
o no, pero sin faltar a nadie, bueno o no tan bueno… expongo cada semana mis
relatos, alegorías, sentimientos y otros pensamientos para quien los desee
leer.
Quedan -10 días para comulgar
con nuestra decisión que durará 210.240 minutos aproximadamente. Pueden ser muy
largos y duros… o simplemente 4 años dignos.
Lorenzo López.