Lectura de Elena

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jueves, 20 de octubre de 2016

MASTER: Tanto compro, tanto vendo

Hay una parte del ser humano, llamada IMPULSO, que todos conocemos. Bueno, algunos mejor que otros. En cuanto a definición, en este caso, me refiero a la de…

IMPULSO: Fuerza que mueve o desarrolla algo. Instigación, estimulo.

Y que mejor ocasión para explicar cómo se estimula una parte importante del impulso, es cuando compramos cosas o vendemos otras…no siempre físicas.

Todos compramos algo cada día, y está claro que si nosotros compramos, alguien las vende. Y como todo, tiene que eso y su aquello… Vamos con el Master.

Recuerdo anécdotas muy curiosas. Quien no ha entrado a una tienda de ropa, por ejemplo, diciendo… (Atención aquí las chicas sobre todo). “No, si sólo entro a mirar, no voy a comprar nada” Piensan!! Y la verdad es que hay personas que entran con esa intención. Entras, miras, caminas. Revuelves la ropa que, (eso sí) luego intentas doblar y dejarla tal y como estaba… más o menos. Tocas (aunque ponga NO TOCAR), palpas unos segundos... y justo ahí, es cuando tu mente empieza a imaginarse como te quedaría esa prenda (pongamos que es una chaquetita negra fina…) piensas en ella mientras está entre tus manos, y al final acabas mirando el precio… y ya!!!! Te la quedas, (ya has comprado) pensando, (y aquí es donde te vendes, diciendo…) bueno, está bien de precio y además me gusta. Y sigues tu recorrido mirando sin más intención que la de llegar a la caja sin comprar nada más... ¿Seguro…?

Para tener un buen Master de compras, a priori, se tendría que estudiar una carrera. Hasta ahí vale. Pero ¿y la experiencia en atinar siempre con tus compras? Eso, ¿en qué carrera se aprende? ¿Quién podría dar unas clases magistrales sobre qué comprar, cómo, dónde y porqué… Conozco una persona que estoy seguro que podría dar tantas clases como uno quisiera recibir. Experiencias propias, anécdotas, curiosidades, que en ocasiones han llegado a ser más que curiosas. Que calzado va con qué pies, y que pies merecen que calzado. Tallas especiales, donde encontrarlas. Cómo buscarlas… Cómo saber que es mejor para cada momento. Para cada cita. Para sentirte guapa/o. Que ponerse con qué y cómo combinar esto con aquello. Hasta os puedo prometer, que es capaz de combinar el negro con el negro y hacer que parezca algo nuevo y diferente, algo simple y elegante, algo sencillamente “Fashion”. Y te lo puedes creer. Y todo esto sin dejar de sonreír, sin dejar de ser única sin ser perfecta
Y llegados a este punto, sólo nos faltaría un gran lazo rojo pasión para envolver todas estas experiencias aquí concentradas, en una prosa más o menos entendible para todos y todas. De cero años hasta los… que sean.

Otras cosillas que pasan…

Hay personas que llaman por teléfono para encargar cosas y pasarlas a buscar en otro momento. Otras preguntan si tienes tal cosa o tal otra… ¿Será curiosidad o competencia en busca de detalles para copiar?

Hay personas pesadas y las hay muy pesadas. Las hay simpáticas, (estas molan mucho). Las hay que meten la pata y las hay que tienen mala pata. Hay personas que da gusta que entren por la puerta, y las hay que no deberían sobrepasar el linde de la misma. Y las encargadas de molestar, incordiar y entorpecer la labor de otras personas… y no saben los que se pierden por dejar de sonreír. Pero las hay que sonríen continuamente… y de hecho, me voy a quedar con las sonrisas, que esto sí que “mola mazo

Cuando entras en una tienda donde hay muchas cositas chulas, (recordad… “No, si no voy a comprar nada”) y ves todas esas cositas colocadas por todas las estanterías de la tienda. Por los pasillos y las esquinas… Tus ojos no saben a dónde mirar, van de aquí para allá, y es como si buscaran esa parte más simpática donde dirigirse primero. Cuando la encuentras es como si se abrieran las aguas. También cuenta cuando ves una cara que te sonríe y te dedica un saludo de forma cordial, eso sí que hace que se te vayan los ojos y el resto de sentidos.

En este tipo de tiendas podrías pasar toda la tarde mirando, pensando e imaginando que hacer con todas y cada una de las cositas que se te ofrecen con cada paso que vas dando. Eso sí, antes de salir de esa tienda compres o no, lo mejor es que aquella maravillosa sonrisa que te saludó al entrar, te vuelve a dedicar un “hasta pronto” Genial.

No quisiera olvidarme a las Señoras, propiamente dicho, sean padrinas o yayas. Si no recuerdo mal, hay una señora a la que le gustan unas “flores sin nombre grandes, lilas y blancas”, y que llama para encargarlas. Parece ser que es un encanto de mujer, no lo dudéis.

Muy especialmente, quiero recordar a una Señora, que además, es muy especial para otra persona, que cuando lea esto, seguro que le viene a la memoria mientras sonríe de una forma única… y la voy a llamar… “La yaya del taxi

La yaya del taxi, se podría decir que es más que una clienta. Es “la clienta”. Son de aquellas yayas que te hacen desear que vengan a comprar. Cuando las ves entrar, todo empieza a ser diferente. El ambiente cambia, la sonrisa brilla y las nubes se levantan… todo vuelve a molar mucho. Saluda, devuelve la sonrisa, pregunta, se interesa, te sube el ánimo a lo más alto… y empieza a mirar algún mueble que otro que se va encontrando a su paso, como expuestos expresamente para ella. Pregunta, piensa… y decide. Se lleva un mueble auxiliar. Desmontado, naturalmente… y ¿creéis que me olvido algo importante? si es importante, pero no me olvido. Y es cómo se lo monta esta señora para llevarse los muebles para su casa. Pues en taxi. De ahí que sea “La yaya del taxi

Aquí, me gustaría apuntar, que esta señora no sólo compra, si no que con cada visita a esa tienda, también vende. Porque vende sus ganas de hacer cosas, de cambiar, de divertirse a su modo, vende su propia ilusión por las cosas, vende vida, vende su alegría, y sobre todo, es quien le gusta ser… Una yaya super simpática. La yaya del taxi.

Por hoy lo dejamos aquí…


Os prometo más master…



Lorenzo López