Lectura de Elena

Lectura de Elena
lectura de Elena

jueves, 24 de marzo de 2016

Maldita sea

No sé vosotros, pero yo no concibo que haya más refugiados que espacio donde asentarlos. Somos capaces de encontrar nuevos planetas, y seguramente que muchos piensan en cómo ir de visita. Muchos piensan en un futuro cierto, mientras a otros se le desvanece el “suyo” con los “suyos”. Muchos construyen castillos en el cielo sin más base que los sueños que un día durmieron. Y hoy se ven con el fango bajo sus pies y un llanto desesperado con el que acunan a sus bebés. No es la vida la que los putea, son las balas que silban tras sus vidas, y las bombas, y los morteros que explotan bajo el control de  los “non gratos” malvados.

Ver los críos sin sonrisas, apagados y tristes, mientras los padres intentan disimular su mal estado general. Agachados junto a una pequeña hoguera que apenas desprende calor, ni tan sólo para alimentar una pequeña ilusión. Rostros que se visten de lágrimas abriéndose paso entre la suciedad de sus mejillas. Todo quebrado y todos hundidos, porque cuesta más solucionar “el donde los ponemos” que actuar para salvar. Todos somos personas, y todos deberíamos tener derecho a ser atendidos de forma correcta, desde el punto de vista solidario. Luego ya se decidirá quiénes merecen seguir estando bajo el abrigo de la solidaridad, si se da el caso.

Yo definiría la vida, como la oportunidad de alcanzar una felicidad determinada según nuestros actos. Y creo que en este caso, huir de una masacre, no es una enfermedad, ni una deshonra, ni una lacra, ni una cobardía. Es una pena y una gran lástima ver como tienen que abandonar todo lo que han conseguido tras años de esfuerzo. Es la sinrazón más absoluta que existe. No soy capaz de darle forma a tanto desastre, ni siquiera recortando las esquinas de la parte amarga de muchas calamidades, resolvería este viacrucis.

Para los que decidieron que su oportunidad era la de cobrarse vidas al azar, por el simple hecho de salirse con la suya, les deseo que el próximo tiro les salga por la culata.

Somos lo que somos, y los que estamos, rezamos por las vidas truncadas, que estos innombrables han dejado en nuestro haber. Porque cuando se juntan la crueldad de los disparos con la miseria de familias de refugiados, parte del mundo se vuelve de espaldas para reprochar lo sucedido, mientras la otra mitad se vuelve para no pensar. *No sé si cerrando los ojos uno es capaz de imaginar, un puñado de bebés envueltos en cuatro trapos y cubiertos de suciedad, con el único amparo de los brazos de mamá. Los adultos rebuscando agua en los charcos y los ancianos intentando luchar por su esposa, nietos e hijos a todo pesar.

Maldita sea la idea de tener que compartir tierra con los malos. Ojalá las muertes de los *arriba nombrados, sirva de revés para los próximos atentados.

Son muchas las vidas aniquiladas por un solo pensar, por una forma de alabar a quien permite semejante atrocidad. En PARÍS ya nos pusieron bajo su punto de mira, arrebatando la vida de cientos personas sin más pecado que el de estar donde estaban en ese momento, disfrutando muchos de ellos de un gran concierto. Y otros muchos paseando, pensando, amando, sonriendo o simplemente viviendo. Y como no hay dos sin tres, nos ponen de nuevo en jaque atacando en Bruselas, dos tipos de mano negra, donde escondían el botón de un desastre inminente, que pulsaron si dudar, ni por sus vidas, ni por la de los demás.

Estos atentados preparados a conciencia y donde los detalles saltan a la vista erizando el vello de cualquiera. Hace que tenerles manía se convierta en el pan de cada día. Porque un ataque a traición no es de ser buen varón, sino más propio de gentes sin compasión. Malvados mercenarios que se rinden a los pies de quien rezan, y tras orar, le juran ir al cielo “si se matan por matar”.

Maldita sea la idea de tener tan poca conciencia sobre los demás, o mejor dicho de no tenerla, más allá de mencionar el donde, como y cuantos morirán.

Si fuimos capaces de inventar un corazón artificial, y seguir viviendo, deberíamos de serlo para eliminar esta lacra tan mortal… y seguir viviendo.


Requiescat in pace

Lorenzo López.