Y giro porque me toca. Porque si
giras un vaso lleno de agua te mojas los pies. Porque si giras un bollicao te
comes el pan sólo. Pero si giras una roquilla, que lo hacemos todos antes de
morderla, es que tienes dudas. Y si giras las dudas te quedan unos dadus. Y si giras un te quiero, te queda
un quiero té. Y si giras un aplauso,
te das con los nudillos. Y si giras un no, estás enchufado. Si giras una
rebanada de pan con nocilla te manchas la barbilla. Si giras un helado te comes
el palo, y si giras la tortilla, cuidaoooo no se te caiga.
Todos en algún momento de nuestra
vida nos hemos empeñado en cambiar algo, o bien de sitio, de forma, o por
cojones.
Pues cuidado con lo que cambiamos
de sitio. Porque no es lo mismo guardar la tajada en frío que en caliente. Ni es
lo mismo cambiar la compresa que cambiarla con prisa. No es lo mismo tomar
colacao que estar colocao. Ni tampoco es lo mismo vomitar porque has bebido,
que movistar bienvenido. No es lo mismo un rebaño de ovejas, que el tamaño de
tus orejas. Ni es lo mismo unas tetas bajo un escote, que unas cejas como un
bigote. No es lo mismo follar como locos, que hablar para unos pocos. No es
lo mismo las cinco menos cuarto, que te la hinco en el cuarto. No es lo mismo
el mar está en calma, que lamer hasta saciarla.
Punto y seguido. Sigo.
También hay que tener cuidado con
cuando alguien se empecina en cambiar algo de forma.
Hay cosas que aceptan bien el
cambio de forma, pero hay algunas otras que ni se deberían intentar siquiera.
Me explico:
Si cambiamos de forma un melón, tomaremos
el jamón con sandía. Si cambiamos de forma el envase de los donuts tendríamos
cinco huecos. Si cambiamos de forma el sofá, nos queda una cama, pero si
cambiamos de forma la cama, como mucho nos queda un colchón patas arriba. Si cambiamos
de forma el “Kama Sutra” nos hacemos la picha un lío. Si cambiamos de forma de
la taza del wáter, seguro que nos meamos fuera. Si cambias de forma, la forma
de tus labios, entonces cambiaré los míos, y si cambian de forma nuestros besos,
entonces cambiaré la forma de besarte. Y si cambio la forma de besarte… si
quieres saber de qué forma puedo besarte…ven y bésame.
El tema de los cojones está
claro, ¿no? Pues eso.
La cuestión radica en que hay
cosas que se pueden hacer de manera natural y con sentido, o sin sentido, sin
razón, porque sí, porque cojones, porque te apetece y punto pelota.
Consejos:
Si la tarjeta de plástico de un
hotel no abre tu habitación, gírala. Si no puedes salir del parquin, gírala. Si
te estás meando fuera, gírala. Si alguien copia de la hoja de tus apuntes,
gírala. Si tu botella de cerveza está en la barra y no puedes beber, gírala. Si
tu ropa interior queda marcada, gírala. Si tu almohada se hunde, gírala. Si el
preservativo resbala cuando te lo pones gíralo. Si se te quema la salchicha,
gírala.
Y si la forma que forma la forma
de ser feliz te mola, ni la cambies, ni la gires, ni na de na.
Aaa, y si no quieres los puntos
bajo las íes, giralas!!!!!
Lorenzo López