Lectura de Elena

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jueves, 4 de mayo de 2017

Rimas… “ni menos”

Allá donde la luna brilla un calvo se cepilla la melena de sus genitales. Calle abajo asoman dos fulanos gritando como animales y sus gemidos perturban los rezos de las yayas, mientras las oraciones las aclaman, y acumulan peticiones y milagros que ya no caben en los cajones, ni en los baúles más sagrados. Piden y piden y vuelven a pedir, no se cansan de insistir y de jurar en vano por todo aquello que de la mano se les fue sin amarlo. Por los que no saben seguir los pasos porque tropiezan en los retrasos de sus fechorías, ni cagan a gusto ni mean dentro, por grande que sea el tiesto y pequeña la que se menean.

Y no más tarde de las seis de la tarde… y no rían, quedaba aquel memo en la parada de metro, para darle a su amada un par de flores caras y explicarle sin remedio, porque ayer tarde se besaba con la guapa del medio. Con o sin motivos, cada uno, en ocasiones, no es cada cual, sino que toca los cojones.  Ese cual que se pierde entre deseos prohibidos e ideas macabras cometiendo una especie de perjurio con las palabras. Medio trasto y mandón le daba a la chica unos meneos. Será mal parido el chaval, que se atreve el muy animal a propinar a la fémina un coscorrón. Pero la susodicha y como buena hembra,  se animó a actuar y cogiendo sus genitales que apretó sin modales y los enroscó como una culebra. De ahí en adelante todo quedó en su sitio. Él se llevó su ego herido, y maltrecha su picha. Y ella satisfecha por el descanso de sacarse de encima semejante ganso, lo malo el tufo le quedó en su mano. Por lo demás, sonriente y satisfecha.

Para sabios nuestros mayores, para tontos los de siempre. Para buenas unas gachas, tan simples como rápidas. Porque la liebre, es seguro que ganara a la tortuga, esta pudo ser menos atrevida y salir a su paso, pensando…ya te pillaré en tu descanso. Los cuentos se cuentan para que otros los crean, algunos son buenos, otros más lentos. Pero los piensas y lees y relees, y seguro que te ríes aunque tarde los pilles. Todo tiene su porqué, su cuando y su cómo. Porqué hasta el sinsentido tiene sentido si le pones tu guasa, que es ni más ni menos, cuando te pasas un buen rato mirando to pillao, aquello que nadie mira y lo encuentras divertido.

Hasta el guapo de la clase se mete el dedo en la nariz, no se trata de una casualidad o de que sea un joven aprendiz, es el instinto humano que nos enseña a vivir. Porque tenemos cosas que nos molestan y cosas que nos gustan. Tenemos millones de respuestas para millones de preguntas, y miles de propuestas e ideas infinitas... que gustan. Tenemos enfados y muchas sonrisas para enseñar. Tenemos besos y abrazos, y tiempo para soñar. Los libros nos educan y la vida nos guía, y los pasos andados, aquellos que no caducan, alimentan nuestra mente y crece nuestra imaginación que desarrolla nuestra alma y corazón. Tenemos limones para hacer limonada y peras y vino, y melón con jamón, manzanas al horno con canela y timón, y no olvidemos la nocilla... Ummm buenisima. El pan de cada día, la tajada y las patatas, la verdura y las natillas. Tenemos el flan con barquillo, tostado por arriba y de fondo amarillo. Tenemos el ajo sin vampiros y sangre grana en las venas. Tenemos sal, limón y tequila, y manzanilla para la pancha y para los nervios tila. Tenemos sudor en nuestro haber y mucha lana que tejer, mucho frío que pasar y mucha mierda que pisar. Tenemos grandes recuerdos y memoria de sobra para seguir cuerdos. Tenemos café caliente para las mañanas de invierno y manos impacientes para escribirte lo más tierno. Tenemos lo que tenemos y vale la pena sonreír por ello, sonreír por que sí, porque tenemos veinte dedos que nos señalan cada día ante el espejo, lo buenos que seremos si seguimos los consejos de quien nos quiere, guarda y diere.


Porque tenemos las ganas de estar donde estamos, de ser quienes somos y de amar lo que amamos.



Lorenzo López.