El caso de la señora asesina.
Cerró la puerta con fuerza, al
mismo tiempo que se tiró un pedo enorme. Como si no hubiese pasado nada
continuó caminando despacio por la habitación, con las manos cogidas a la
espalda y mirando al suelo.
Pasaban pocos minutos de las 16
horas. El silencio invadía aquella sala de estar grande, muy grande. De hecho, a
pesar de la cantidad de muebles que contenía, podías caminar sin problema,
recorriendo la sala una y otra vez como si dieras vueltas a la plaza mayor. Sus
zapatos seguían haciendo el típico ruido en cada paso que daba y cuando giraba
para volver al otro lado, se podía escuchar el sonido de roce entre los zapatos
y el parqué.
De pronto se escuchó una voz que llamó
su atención. Alguien había pronunciado su nombre. Se giró sorprendido, ya que
pensaba que creía que estaba sólo en aquella sala. La sorpresa fue mayor cuando
vio a una señora de unos 50 años, sentada en una de las butacas de respaldo
ancho que adornaban una de las esquinas de la súper sala. Su cabeza se hizo una
pregunta de inmediato, ¿cuánto tiempo llevaría sentada la señora en esa butaca?
Tras esa pregunta, una más, si estaba antes de que entrara ¿escuchó el pedo
enorme que se tiró? Fueron unos segundos donde el silencio se podía cortar. Algo
desesperante. Al final contestó a la señora con un sutil saludo. Oh querida, (haciendo
una pequeña reverencia…) es usted hermosa.
La señora seguro que debió pensar
y/o hacerse más de una pregunta. Lo primero que le dijo fue, llegué unos minutos
antes que usted y me senté para esperarle. Le noto algo nervioso. ¿No le sentó
bien caminar? ¿O su desahogo no fue suficiente?
El detective Ser Los Jomes, se
quedó perplejo sin saber que contestar. De hecho improvisó una pregunta para
distraer la atención de la señora. ¿Tienen algo de beber? La señora le miró con
desgana mientras él se hacía el remolón. Estaba entretenido con su pipa, como
si aquel momento no fuera con él. La cara de la señora era un manifiesto de
guerra en toda regla. El Sr. Jomes resistía la mirada mientras hurgaba en su
pipa. La señora se puso en pie (se podría decir que fue en pie de guerra) y
caminó hasta donde se encontraba el mueble bar. Una vez frente al mueble,
agarró una botella de Burbon, añadió 3 cubitos en una vaso corto, vertió licor
hasta llenar ¾ del vaso. Antes de volverse llamó al detective. Ser Los Jomes,
aquí tiene su bebida. Este, se acercó a paso ligero hacia el mueble bar. La señora
se dio la vuelta cuando él estuvo a menos de un paso de ella. El Sr. Jomes tomó
el vaso con su mano izquierda, sosteniendo en su diestra la pipa, ahora sí,
llena hasta los topes de tabaco. La señora lanzó otra pregunta de las que
molestan. ¿Ha pensado ya en todo lo que mi abogado le dijo? Por cierto, espero
que le guste la bebida que le he preparado… el detective le dio un sorbo que le
llenó la boca. Se lo tragó cerrando los ojos, al tiempo que unas lágrimas se
escurrían por sus mejillas. A media voz le contestó que no estaba mal, aunque
no era lo que él se esperaba.
Hizo una breve pausa y contestó
la pregunta de la señora. Sí, su abogado me puso al día y me parece interesante
este caso. Creo que aceptaré investigar para usted. Siempre y cuando no me
ponga muchas pegas. La señora le miró durante 3 segundos y le dijo. Sólo le pongo una condición. Nunca
más vuelva a tirarse un pedo delante de mí. Ser Los Jomes tragó saliva, toda
la que pudo y replicó… Bueno ahora tengo que marcharme. Ya me pondré en contacto
con usted cuando tenga algún dato interesante. La señora asintió moviendo la cabeza
dos veces. Mientras Sr. Jomes caminaba hacia la puerta, la señora aún tuvo
tiempo de lanzarle otra pregunta. Ser Los Jomes, no hemos hablado de las costas
de la investigación. Este le contestó. Señora, sabe de sobras mis honorarios. Hay
un fijo que asciende a 300 libras. El resto dependerá del tiempo que dure la
investigación.
La señora le anunció que el
mayordomo de daría un sobre con las 300 libras antes de salir de la casa. Y añadió…
espero impaciente su llamada. Que tenga buen día.
Ser Los Jomes agradeció que no le
discutiera el precio, y su rostro dibujaba una sonrisa de satisfacción.
CONTINUARÁ… (Próximo jueves 23 de Julio)
Lorenzo López