Lectura de Elena

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jueves, 3 de diciembre de 2015

El corro de la patata

Yo corro, tu corres, el corre, nosotros corremos, vosotros corréis y todos cansados, pero contentos.

Que tiempos cuando el pan con chocolate era merienda de calidad. Cuando el tulipán venía en helicóptero y nos volvíamos locos por catarlo con azúcar o con colacao. Cuando jugar era quedar con los amigos, vernos las caras, compartir una Mirinda de la misma botella y una bolsa de pipas Churruca escuchando la AM de la radio. Aquellos tiempos en los que ir a la moda no era importante, lo importante era reírse con los colegas. Daba igual lo que llevarás puesto… “ande yo caliente ríase la gente”. Molaba mucho el pilla-pilla. Tan simple como correr uno detrás de otro para pillarlo y hacerle parar. Super divertido, sencillo y dinámico, repleto de sensaciones y emociones que el que no las ha vivido, es imposible que las pueda contar.

El escondite. Un colega contando hasta 50 y los demás corriendo a buscar un sitio donde esconderse, para que el que contaba no te encontrara. Si lo hacía, la parabas. Realmente emocionante. Un juego de estrategia de un grupo de chavales felices que daban valor a la amistad entre ellos. Eran como los mosqueteros, “uno para todos y todos para uno” y la palabra de cualquiera tenía el valor de su propia persona. Era un contrato oral que se firmaba con un “te lo juro”... y punto.

La taba también molaba mucho, igual que el palé, las canicas, la lima, el pañuelo, el anillo, el piedra, papel, tijera. El churro media manga, manga entera y el veo-veo. Todo molaba de una forma tan diferente a la que ahora funciona. Ahora que por cada amigo real que tenemos hoy en día, hay miles de virtuales.

Antes teníamos el papel del culo del elefante rojo. Se vendía el rollo suelto, de color marrón y rasposo, y normalmente duraba mucho más de lo que ahora duran seis. Teníamos los mejores donuts que han existido y que jamás volverán a fabricar. Ni siquiera recuerdan la receta de antaño. Teníamos dos chicles Bazoca por una peseta, los paquetes de Bang-Bang por cinco y las irrepetibles pipas Churruca por 5, 10 o 25 pesetas, dependiendo del tamaño. Teníamos amor verdadero, besos dulces como la miel, promesas que se cumplían, juramentos jurados besando los índices cruzados. "Había quien juraba por Snoopy..." Teníamos flores que duraban semanas enteras sólo cambiándoles el agua de vez en cuando. Teníamos motivos para sonreír juntos, separados, en casa, en la calle, en patio del cole o en cualquier rincón del barrio. Teníamos rascones en nuestras rodillas que se curaban poniendo un poco de nuestra saliva y que dejaban de doler al momento. Teníamos estampas de San José que funcionaban sin pedirles nada. Teníamos lágrimas sinceras que brotaban desde lo más sincero de nuestra alma. Daba igual el motivo, lo que importaba era la persona. Teníamos más salud que ahora porque había menos “E” entre los ingredientes.  Teníamos Ceregumil por si alguno necesitaba ayuda. Y dejar la puerta abierta de casa no daba miedo, ahora da pánico hasta cerrada.

Teníamos lo que esa época nos trajo, pero lo disfrutábamos como si fuera lo mejor de lo mejor, sin perder la cabeza por un ring de un teléfono. Ni perderla por si fulano tiene más de aquello que nosotros o aquel más que nadie. Simplemente éramos cada uno cada cual, y vivíamos cada momento de los días tal y como se presentaban…”momento - nosotros, nosotros - momento", y ya está. Porque se trataba de vivir y disfrutar, no de joder a nadie ni de ser el primero hasta para comer mierda.

Teníamos corazón para compartir y compartíamos hasta el pañuelo de los mocos. Nos hurgábamos la nariz como se sigue haciendo hoy en día, con el dedo índice. Amar siempre ha significado lo mismo, AMAR. Porque hay cosas que no podrán cambiar nunca por los siglos de los siglos, y hay otras que deberían haber cambiado hace muchos pero muchos años.

"El patio de mi casa es particular, se moja cuando llueve como los demás…" Esto tampoco cambiará jamás. 

Si llueve te mojarás.


Lorenzo López.