Lectura de Elena

Lectura de Elena
lectura de Elena

jueves, 26 de junio de 2014

El primer beso…con lengua.

Año 1983. 

Un día cualquiera de dicho año, andaba preocupado por saber ciertas cosas que en casa no gozaba preguntar. Vamos que no me atrevía. Intuía alguna cosa vagamente, pero era suficiente para mí, necesitaba saber más. Como fuera tenía que enterarme de como se hacía el amor, de cómo se besaba a una chica y sobre todo que hacer después…

La primera cuestión para saciar mi inquietud, era enterarme, o mejor dicho, necesitaba aprender como besar a una chica. En la boca, claro está. El las mejillas estaba harto de dar besitos a mis primas, tías, abuela, a mi mamá, etc…

A mis doce años y pico y conforme iban pasando el tiempo, crecía a la par mis ganas, interés, ambición o dilo como quieras. Tenía que besar a alguien. Bueno, a alguien me refiero a una chica, a poder ser guapa y que tuviera tetas. Porque esa también era otra gran inquietud que tenía. Palpar unas tetas. Yo estaba convencido de que no pedía mucho, pero al parecer y por lo que escuchaba a escondidas, era algo impensable.

Un día me armé de valor y me senté en un banco de una avenida de la ciudad, esperando que pasara alguna chica que me gustara. La intención era que cuando pasara una que fuera de mi gusto, pedirle si me dejaba besarla. Fui a sabiendas de que me podía ganar más de una ostia, y me daba un poco de miedo, lo admito. Pero al final la decisión fue firme y allí me senté, en un banco de aquella avenida más larga que los minutos que pasaba sentado.

Se acercaba la primera chica. A esa distancia, unos 50 o 60 metros, no distinguía bien ni su físico ni la guapura de su rostro. Esperé…sentado claro.

Cuando estuvo lo suficiente cerca como para apreciar si me podía interesar, me levanté quedándome apoyado en el lateral del banco. Cuando ya estuvo a unos diez pasos, me pareció que quizá era muy precipitado, y que quizá podría esperar a la próxima chica que pasara. Así lo hice, esperé hasta que una silueta femenina, caminaba hacia donde me encontraba.

Ya un poco más cerca, asentí con la cabeza, como si me quisiera convencer a mí mismo de que esa chica era la ideal. Sin más me acerqué a unos pocos pasos y le di las buenas tardes. La chica muy amable se detuvo un par de segundos para devolverme al saludo mientras sonreía. Entonces lo tuve claro.  

Aquella sonrisa me cautivo completamente y se lo dije. Tienes una sonrisa maravillosa. La muchacha me acaricio la mejilla con su mano derecha y entonces me lancé. Me puse de puntillas, le pasé una mano por la cintura y la otra la tenía prepara para tocarle una teta, la que me venía de mano. Le puse mis labios pegados, los más que pude a los suyos, e introduje la lengua en su boca. Toda, hasta que no pude más.

Lo siguiente no fue una ostia como me dijo un amigo mío. Lo que pasó es que la chica, que parecía una balsa de aceite, se rebeló contra mí con todas sus fuerzas. Me cogió de los pelos con una mano, la misma que hacía unos segundos habían acariciado mi mejilla derecha. Con la otra mano empezó a darme de ostias con una velocidad que ya quisiera mi madre.

La conclusión que saqué a mis doce años y pico…, fue que besar a una chica, así, de buenas a primeras, duele mucho. Porque te juegas la dignidad y casi la vida.

Del tema hacer el amor…bueno, la verdad es que no pensé más en ello, porque si por un beso, aunque con lengua, sí, pero un beso al fin y al cabo, me había puesto fino filipino, si le digo de hacer el amor…no sé qué pensar…vamos.

Lo que sí que tuve claro fue que tenía que hacer después, en ese caso después de besarla… y era salir corriendo como si me persiguiera el diabla…o lo más parecido.

Lorenzo López.


miércoles, 25 de junio de 2014

13 ª Crónica para Elena

Querida Elena.

Con todo mi cariño hacia ti, espero que estés recuperada del resfriado. También quiero pedirte disculpas por el retraso en la crónica de esta semana, el lunes me fue imposible, pero ya sabes que no fallo. Así que aquí la tienes. 

Ha sido una semana un tanto rara, mucho trabajo que fue agotador y lleno de imprevistos. Al final todo ha ido más o menos bien, no quiero quejarme, tengo salud y percibir la sensación de que tú estás mejor, me ayuda mucho. La vida empuja nos irremediablemente... en ocasiones incluso nos impide caminar hacia delante como uno quisiera. Pero hay que seguir haciendo lo posible para llegar donde queremos. 

Deseo con todo mi cariño que una sonrisa enorme, haga mella en tu bonito rostro. 

Amiga Elena, recibe un beso enorme y el más sentido abrazo.

Tu amigo que te quiere.

Lorenzo López