Lectura de Elena

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jueves, 8 de junio de 2017

No es mala pata, es mal pie

Teniendo en cuenta que no todo lo que se oye tiene que ver con algo que hemos oído, y lo vemos con algo que hemos visto, la vida puede ser maravillosa o una mierda.

Si oyes que hay un lugar fantástico, donde todo es genial y se está mejor que en brazos, lo normal es que compres una plaza. En ese momento no te preocupa dónde está ese lugar, sino rezas porque haya un puesto libre para ti. En cambio sí escuchamos ese refrán que dice “Si ves las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”. Eso la verdad es que te hace pensar en que tienes que hacer algo que no quieres. Porque ponerte las barbas en remojo, sinceramente incomoda mucho, nunca mejor dicho, porque según qué postura tomes vas a flipar… ¿Y qué pasa si te pilla afeitado? ¿Hay que esperar a que crezca la barba para remojarla, o disimulas mojándote la cara como recién rasurado? Joder es una putada.

Que pasa cuando escuchas que hay ofertas en un gran almacén. Ostia, tu mente se pone a hacer cuentas con los cuatro chavos de tu cuenta bancaria y los ajusta más que la faja de tu suegra. Te frotas las manos, te sudan las axilas, te huelen los pies del subidón y vas al cajero más cercano para confirmar el saldo. Luego a casa, a coger todas las bolsas más grandes que tienes guardadas para la ocasión, y corriendo al gran almacén. Desde que entras hasta que sales todo ha cambiado. Tanto, que hasta la visa te está pidiendo vacaciones en ese lugar tan fantástico de arriba.

Veo, veo… jolín me ha venido a la memoria Teresa Rabal, el parchís, las pipas, las trampas… madre mía que tiempos. Perdón, la noche me confunde. Pues eso, que cuando alguien ve algo que le mola y te lo explica, siempre te lo adorna bajo su punto de vista. (Joder como estoy, mis gafas están pidiendo el comodín de la llamada). Veo algo guapo y te lo explico más guapo todavía. Mientras escuchas te imaginas lo más guapo que has conocido y lo multiplicas por un montón y el resultado… hay dos posibles opciones. A: si estás enamorado/a el resultado es tu novio/a con más pasión y cariño que los cocidos de la yaya. Opción B: si tienes hijo/as, está claro que será el niño/a sonriendo diciendo mama, papa, bibi, pipi, caca, (mierda-limpiar culo…buufff) pero al final te quedas con lo de papa o mama, según convenga.

En cambio cuando algo no lo puedes ver, y depende de tu imaginación para hacerte una idea, “cuidao”, “cuidao” con lo que puedes imaginar, que nadie es de piedra. Un roce, dos roces, tres rooces… en fin. No me refiero a que no podamos pensar “caliente”, que es diferente a pensar “en caliente”. Lo que quiero decir es que todo el mundo no imagina la misma cosa de la misma forma y/o manera. No hace muchos días escuchaba una conversación de dos varones, (a uno de ellos he preferido llamarlo MACHO). Total que el varón le contaba al macho, que había conocido a una chica estupenda, guapa, amable, con buen talante, lista y comprensiva… y no sigo porque tendría que dar su nombre y no quiero. El macho, atento a los detalles, y nada más terminar de escuchar los alagos a la muchacha, preguntó, ¿está buena…? El varón le repitió, es guapa, lista y muy cariñosa. El macho al que algo le crecía en su exterior, insistió, ¿pero está buena, no? Este ejemplo me sirve para dos cosas. Primero para expresar mí angustia sobre ese tipo de macho, con menos sentido común que un megamix del padre nuestro. Lo siguiente es la capacidad de imaginación que tenemos las personas sabiendo lo mismo.

Es como cuando te encuentras con un amigo que hace años que no ves, y le dices… Que bien te veo Paco. Joder, piensa Paco. Si hace años que no sabes de mí, y ahora resulta que me ves bien, (manda guevos) pues yo lo siento señor, pero no le reconozco. Claro, es que hay otras formas de quedar bien coño. Ves a un tío que hace la tira que no ves, y casi es probable que ni te acuerdes del su nombre, lo más normal es que cambies de dirección y en todo caso le saludes con la mano de lejos, y punto, ya has quedado bien si es que él te ha reconocido. Si no te devuelve el saludo entonces quizá recuerdes su nombre y el de algún familiar suyo…

Algo gracioso es cuando ves a una amiga con su hijo de 16 años, y que hace unos diez años que no veías. Saludas, pim, pam… comentas cuatro cosas y de repente miras al chaval y dices “hay que ver que hermoso y grande que está, como ha cambiado desde la última vez que lo vi” Coño, todo cambia (recuerda la visa que pedía vacaciones). Así es, dos y dos veintidós. Si hace diez años que no ves a una persona, lo normal es que no esté igual que la última vez. El tiempo pasa y se hace camino al andar… y a no ser que hablemos de Walt Disney el tiempo pasa para todos.

Si ves mal no conduzcas, y si conduces mira por donde ves.



Lorenzo López.