Lectura de Elena

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jueves, 18 de diciembre de 2014

Carta abierta a Papá Noel

Hay momentos en la vida que los recuerdos se acumulan de lo más seguido. Semejante ha como se sucede el tic tac de un reloj. El tiempo pasa y nos muestra cada una de las partes por las que hemos caminado, mientras otras cosas sucedían. Buenas o malas, dulces o amargas… pero todas dejan su huella impresa dentro del corazón. El ser humano es maravilloso, pero no siempre cumple sus cometidos en su totalidad, o usa de forma incorrecta las herramientas que la vida pone a nuestra disposición.

Como cada Navidad va dirigida a Papá Noel.  En esta ocasión mi primera carta abierta.

Siempre tuve una especial estima por este señor. Me cayó simpático cuando lo vi por primera vez con aquellos mofletes sonrojados a juego con su traje colorado, el cual rellenaba completamente.

Carta abierta


Lleida 18 diciembre de 2014


Querido Papá Noel.

Al recibo de esta, espero que tenga la salud suficiente como para atender mi carta con tiempo y dedicación.

El tiempo pasa, menos para usted Sr. Noel, porque está igual que siempre, ni ha adelgazado ni ha engordado y hasta usa el mismo traje. Su barba y la melena se mantienen de la misma forma y color. Y me juego lo que llevo en el bolsillo, a que las suelas de sus zapatos parecen el culito de un bebé. A pesar de las dudas que nos provoca saber esas cosas, puede estar tranquilo, seguimos contando con usted para noche buena.

Ese tiempo que pasa para nosotros, consigue que muchas personas estén marcadas por las diferentes situaciones. Todos tenemos buenas y malas acciones que siguen acomodadas en nuestra memoria. Estas, mellan una parte importante de nosotros, nuestra alma. Cada cual se hace sus más y sus menos para tirar hacia adelante, y cada día transcurre lo más parecido al anterior, pero se sucede de forma distinta. Y es ahí a donde quiero ir a parar. Al fondo de lo que nos ocupa, que viene a ser lo mismo que lo que nos preocupa.

Nos preocupa la falta de atención a todas las personas, de quien puede prestarla. Nos preocupa el desinterés de aquellos que podrían ayudar a los que merecen ayuda, y quizá, porque no, a los que merecen una segunda oportunidad. Nos preocupan situaciones de falsa prioridad en presupuestos para obras, adornos o reformas públicas. Que se engordan con ceros a la derecha. Ceros que son los que sirven para darnos por el culo a los que tenemos que apretamos el cinturón. Un cinturón que tiene demasiados agujeros. Tantos, que es posible que un día nos colemos por alguno de ellos cuando nos ajustemos los pantalones.

Nos preocupan los miles de miles de cabrones que se auto renuevan la confianza, sin ni siquiera pensar en ello. Se dan las oportunidades a destajo. Se sonríen de manera traidora, como una vulgar identificación entre manadas de animales.

Nos preocupan las malas intenciones, los abusos, las mentiras y las traiciones. También la falta de respeto para con los demás, la desconsideración y la falta de ganas por la prosperidad del mundo. Nos preocupa la avaricia con nombre y apellidos, con la que cada día se identifican cientos de corruptos que mecen la cuna del futuro de nuestros hijos.

Nos preocupa la sinvergüencería con la que untan diariamente sus intenciones. Y  también, y mucho, que usen palabras en vano… Sobre todo PERDÓN. Que rima con polvorón, pero no se come. Ni alimenta. Ni siquiera tiene el valor de su definición cuando sale de esas cloacas que tienen por bocas.

Amigo Santa, si ha llegado hasta aquí leyendo esta carta abierta, puede ser por tres motivos.

1)    Está cagando. El WC es un lugar reconocido mundialmente como trono y donde la lectura se hace fácil y entretiene mientras uno se alivia.

2)    Pensaba que sería otro tipo de carta. No sé, de algún niño malcriado que pide cosas que tras leer su carta intuye su rebeldía y mientras ríe, piensa… como yo no lo pago.

3)    O bien, que las lea todas, como tiene que ser.

*Si continúa usted leyendo, tiene más mérito que Jesulín multiplicando por 10.


Espero que no se le haya olvidado nuestro idioma (castellano – España). Lo digo porque hace muchos años atrás que le escribía de forma privada, eso sí, y nunca me respondió. De pequeño siempre pensé que no respondía porque no me entendía. Hasta se me pasó por la cabeza aprender la lengua saami o lapona para dirigirme a usted sin problemas. La cosa fue que no encontré donde aprenderlo. Quizá por mi tozudez o por cojones, no recuerdo ahora mismo, persisto en seguir enviándole mi carta con mi petición.

Todo lo expuesto arriba creo que se podría definir como injusticia, y eso es lo que deseo pedirle querido Papá Noel… JUSTICIA. Para el bueno y para el malo. En ambas situaciones se merecen, unos por derecho y los otros por obligación.

Tengo una pregunta y una curiosidad.

La pregunta es que me gustaría saber con qué detergente lava usted el traje. Porque ni destiñe y encoje. Que digo yo que los ribetes del traje rosas le quedarían un tanto cursis. Pero que se le encogiera, ya me preocupa más. Porque como coño se las iba a arreglar usted con el traje apretado la noche del 24 de diciembre, para tomarse los miles de millones de vasos de leche con galletas que le ponemos a la vera del pino.

La curiosidad. No he visto fotos de usted con el "Pequeño Nicolás"… Ahí lo dejo.

En fin… ya me contará si eso. Y tranquilo por el idioma, ahora hay traductor hasta en el interior de los huevos kínder.

Con todo mi respeto para este personaje y para todas las personas que alguna vez hemos creído y para los que creemos en él.

Con cariño…

Lorenzo López