Lectura de Elena

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jueves, 1 de octubre de 2015

Monologueando

Bienvenidos todos a este blog. Aquí encontraréis lo que hay, y cada semana, mientras tenga un jueves, me podéis seguir leyendo. Se vale leer las veces que uno quiera, se puede compartir, pero no partir. Se puede jugar y conjugar. Si estáis en la calle se puede reír solo o en compañía. Se puede mirar el culo a la que pasa mientras disimulas que estás leyendo, (las chicas también pueden mirar culos o paquetes o pasteles o chocolate o leer para olvidar los dulces) También se puede leer en el baño, no me refiero mientras te bañas, sino mientras cagas.

Móntatelo como quieras, haz lo que tengas que hacer, pero hazlo. No lo dejes pendiente o cliques la opción, recordar más tarde. Sobre todo si tienes que cagar no te entretengas…que luego es más desagradable de lo que uno se piensa.

Hace poco conocí a un tipo demasiado chulo y falto de sentido común, al que mientras discurría cuatro palabras seguidas con las que impresionarme (aún no sé por qué), por su frente el sudor iba más rápido que sus ideas. Lo cierto es que hay personas con las que te puedes divertir con sólo preguntarles con va la vida. A este mendrugo le pregunté, y realmente lo pasó peor pensando que decir, que yo averiguando entre sus dudas.

Hay gente que se empeña en contarte cosas que tú realmente no deseas escuchar. Cualquier cosa que se les ocurra, les parece oportuna para acomodarse en el tiempo que les dedicas, y largar y largar. Y cuando dices aquello de…ostras que tarde, me voy que tengo a los niños solos en casa y están sin cenar. Y ese tío de repente se vuelve sordo. Es como si nada no le afectara, totalmente impenetrable el tipo. Mientras él sigue contando sus lo que sea, tú piensas… (Será cabrón, pues no le digo lo de los críos y ni pestañea). Entonces piensas en algo más gordo, mucho más exagerado. Le miras a la cara y le dices… que a tu madre se la han llevado a urgencias muy grave. Por un momento el tipo sigue parloteando. Pasado ese tiempo reacciona, se calla (que ya es un buen logro), y te suelta… ya, que pena verdad, es que estaba muy mayor. (Menudo zopenco)

Bueno, aquí no se salva nadie. Quien no se ha encontrado con una encantadora vecina anciana en el rellano. Madre mía que cosa más tierna, es algo que no soy capaz de explicar ahora mismo. Se me pone la piel como la de Espinete vamos. Hace unos días, concretamente el domingo a las 9 de la mañana (venía de fiesta), quise esquivar a la viejecita del “noveno ve” y no pude, se le cayó el bastón y me dio pena, no quería que se cayera allí mismo, pensé que estaría mejor en la iglesia. Así que sin abrir la boca me acerqué sigiloso, cogí su bastón y se lo puse tan cerca de la mono como pude. Casi a tientas lo cogió y le dio las gracias a Dios. Madre mía, veis como era mejor que le pasara en la iglesia… Total que cuando parecía que ya estaba solucionado, la anciana pronuncia mi nombre, (la muy…) me cagué en todos los santos que conocía. Tenía un resacón que ni los de las Vegas. La cabeza aún me daba vueltas en la rotonda buscando la salida, y necesitaba una taza… bueno dos tazas, una de café y otra para soltar lastre. Me aguanté contestarle, pero aquel puto bastón se reveló hacia mí y me azotó la pierna. Ver no veía mucho, pero su intuición era perfecta. Igual que sus ganas de pillarme para soltar uno de sus sermones, no precisamente religiosos. En ocasiones me hacía acompañarla a su casa para subirle la compra y una vez me tenía dentro de su bunker, me explicaba que cuando era pequeña reñía a sus muñecas hasta que lloraban arrepentidas. ¿Duro eh…?

Si señoras y señores, las cosas en ocasiones no son como te las explica la gente, son como las tienes que aguantar. Están las personas que hacen todo lo contrario. Ni te saludan. Algunos por engreídos y otros por gilipollas. Otros porque sí y sumo y sigo… Hay quien se cree que no vale la pena saludar porque pierde tiempo. ¿Pero qué tiempo se pierde por decir hola? Oye tú hola… es un segundo justo, sin décimas ni leches. Lo mejor de todo esto sería poder juntar a un borde que no saluda por no gastar un segundo de su inapetente vida, con alguien que se dejaría la suya por contarte cómo fue su primer estornudo… (si me meó al hacer fuerza o sólo se le escapo un pedete) no sé…

Si alguien sabe o tiene la oportunidad de provocar un encuentro así que nos lo haga saber. Molaría una topada entre la viejecita del noveno ve y Fernando Alonso… por ejemplo. ¿Quién alcanzaría antes la meta de la fluidez dando explicaciones?

Mañana bajaré por las escaleras… y de tender en la terraza nada, que si me pilla la anciana no sólo hay tiempo para que se seque la ropa, sino que se me pasa de moda.

Que seáis felices


Lorenzo López