Lectura de Elena

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jueves, 5 de abril de 2018

El water

Algo que usamos todos. Ricos, pobres, listos y tontos. Hombres, mujeres, niños y niñas. Altos, bajos, jefes y empleados. Vergonzosos y sin vergüenzas, gobernados y gobernantes. Unos para acicalarse, otros para afeitarse, algunos para pensar y todos, sin excepción,  para cagar y mear. 

Y la pregunta por excelencia... ¿Dónde está el water?

Al fondo a la derecha
relucía en oro brillante
el pomo de una puerta,
como no, la del water.

No igual de reluciente
la taza se nos presta,
ya que mucho marranete
se despreocupa de esta gesta.

Con casi la misma dirección
que en otros muchos bares,
del más curioso al más preguntón
exclaman por el wáter, para mear a mares,
las cervezas, los vinos y las copas,
o bien para ahuecar sus tripas
de lo engullido horas antes…
porque si se rebasan los límites
las consecuencias del apretón
perjudican seriamente a los comensales,
que rodean la misma que tú
donde han cenado, bebido y brindado
por la salud y un futuro mejorado.

Se puede visitar el lugar
sólo para lavarse las manos,
que no todas las personas hacemos,
me refiero a lavarse las manos…
ni antes ni después de tocarnos.

Se puede acudir de dos en dos,
normalmente esta norma
la cumplen las mujeres  mucho mejor.
Los hombres en ocasiones
lo hacemos para comentar la jugada…
de aquella tía que enseña los melones.
Rara vez el dúo es chico chica,
a no ser que…
bueno que se amorren a la pica.

Alguna vez nos encontramos al camarero
meando y disfrutando con esmero
del descanso que le provoca
la meada que acumuló
en una vejiga como de vaca.

Y raras veces, pero aun así, las hay,
encuentras a la típica “despistá”
que no sabe dónde meterse, caray!!
Y te la encuentras orinando “sentá”
en la taza de los varones…
y tú que llegas con la “tajá”
y con el zorro asomando,
ya no sabes que rezar
para aguantarte ante la meona
que usa el poco papel que quedaba
para limpiarse el culete,
y tú, tras la tremenda “cagá”


Lorenzo López