Lectura de Elena

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jueves, 18 de octubre de 2018

Todo lo que cabe en una mano

¿Cuanto cabe en una mano?

Cierto es que rara vez nos habremos preguntado qué es lo que cabe en la palma de una mano. Indiferente del tamaño de la mano, diré que caben muchas más cosas, más de las que muchos imaginamos. Y como siempre, habrá quien piense que el tamaño sí importa de verdad. Yo pienso que si la gilipollez se midiera por volumen o tamaño, entonces sí que estaría de acuerdo que importa el tamaño o capacidad. Por lo demás no.

Pienso que en una mano cabe todo lo más importante que una persona puede necesitar para sentirse feliz. Pero también cabe todo lo necesario para herir.

Empezaré con lo malo. Más que nada, por descarte y vano.

En una mano cualquiera, del tamaño y color que sea, cabe un arma con que destruir a cualquiera. Con la que arrebatar vidas. Con la que destrozar a quién se queda. Con la que desbaratar un pueblo, una ciudad, un país, incluso el mundo entero. Que pena. En una mano cabe una pluma con la que escribir y programar una guerra. Cabe una pluma con la que firmar una crisis mundial. Cabe la rabia con la que señalar para otro lado cuando hay situaciones complicadas. Con la que apretar y ahogar. Con la que hurgar heridas y con la que quitar de la boca el pan de cada día. En una mano cabe la opción de rebañar hasta la última pizca de esencia del recipiente que nos da la vida, por el simple egoísmo de tener lo que otros generan con esfuerzo día tras día. En una mano cabe la bofetada más dura que alguien pueda recibir por pensar diferente. Cabe la decisión según señale su pulgar, de vivir o morir, les es indiferente. Su razón, subsistir. En una mano cabe la posibilidad de robar lo de los demás por el simple hecho de tener el poder. Cabe la voluntad de golpear primero y esconderla después. Caben amenazas de muchos tipos, que al final digieren en el mismo revés. En la maldad, el egoísmo, el insulto y la amenaza, la ira, el engaño y el robo. Incluso cabe ajustarse la ley a voluntad de cada uno, y esconderse tras ella para protegerse de la verdad, la razón y los derechos de los demás.

Y esas manos no me gustan, porque en esas manos sólo cabe injusticia, sufrimiento, obligaciones sin derechos, malversaciones y mentiras que firman a escondidas.

Pero también, en una mano cualquiera, que no sea ninguna de las anteriores, cabe la voluntad de ayudar a otra mano. Una mano lava la otra.

En una buena mano cabe la caricia más lenta, que es la que más penetra. Cabe el cariño más tierno. Cabe un ramo de flores o cabe una caja de bombones. Cabe el beso más dulce que guardo para cuando nos veamos. En una mano caben infinitos recuerdos de todo lo que tocamos. Cabe el sudor de nuestro esfuerzo. Caben sensaciones de buenas amistades. Cabe el frío que te rodea y el calor que te entrego. Caben los pares y los nones. Caben todos aquellos suspiros que involuntariamente por ti suspiré. Caben secretos al tacto que jamás desvelaré. Caben acumuladas cientos de arrugas de todo el tiempo que vivo. En una mano caben millones de suspiros y millones de lágrimas sin sentido. En una mano cabe el poder de escribir incontables versos de amor y respeto, de pasión y deseo, de esperanza y afecto. En una mano caben miles de habilidades para hacer lo correcto. En una mano cabe un deseo mientras duermes tus sueños. En una mano cabe, desde secar unas lágrimas, hasta erizar un cuerpo entero con sólo rozar. En una mano cabe la posibilidad de construir, de colorear, de señalar un destino, de desear suerte, de chocarla por gratitud, de decir hasta pronto, de decir ven...porque te quiero. Te quiero porque eres tú. 

En una mano cabe la posibilidad de sujetar a quien lo necesite. 
En una mano cabe toda la vida que quieras que quepa. Insiste.
En una mano cabe todo el amor que quieras dar.

En una mano cabe, para siempre, la posibilidad de aguantar la bandera de la paz.


Lorenzo López