Puestos a imaginar, pongamos que
no tengo manos y que estoy escribiendo con los pies. Porque esto me huele mal…
Siempre las cosas son del color
del cristal con el cual miramos. O casi siempre. Porque en ocasiones los hay
que ven muertos. Otros fuman hierbas y ven enanos, y otros van más allá…y se
pierden cogidos de la mano. Los despistados se despistan y se quedan sobados. Los
listos que van de sabios, y no atinan a dar en el clavo. Aquellos que sienten
tus perdidas, aunque sean las de orina, o los que te ayudan cuando te caes y
esperan su propina. Los hay que mandan que manden mandar y los hay que obedecen
sin rechistar. Lo amigos de los amigos que entran sin llamar y los no conocidos,
que aun llamando, entran igual. La madre de la ciencia nos cuenta cosas asombrosas,
mientras los gobiernos niegan que su mierda huela como las otras. Casos
perdidos que no se buscaron jamás y ni apuntes, ni notas, ni na de na.
El dinero vuela como el “red bull” y los banqueros viven mejor
aún. Los impuestos, siguen imponiéndose por encima de nosotros. Los gobiernos mezclan sus colores olvidando los marrones, y días van pasando entre pares
y nones. Las noches frías te acurrucas bajo la manta y por las mañanas desfilas
como si nada. Se derriten los polos mientras se congelan los sueldos, y se
acuestan muchos niños merendados por los pelos.
Nos quejamos, que nos quejamos poco,
pero tenemos sobrados motivos para quejarnos. Para sentar nuestros culos y
decir… hasta aquí hemos llegado. Si las
miradas matasen, Dios me libre, hasta los ciegos sanarían, y no sólo por matar,
si no para poderlo presenciar. No hay oficio más antiguo que la injusticia y
adjetivo más absurdo que la vanidad. Hay rencores que duran una eternidad y
amores que un par de besos nada más. Hay inútiles rematados con menos gracia
que un cura en tu sala de estar. Hay canciones protesta, que protestan sin
parar. Hay tiempo de sobras para perder y pocas horas para ganar.
Pactar con el diablo está más de
moda que correr a diario. Los abajo firmantes se apoderan de los demás, y los
de a pie tocamos fondo de puntillas y sin fe. Empresarios aprovechan la ocasión
para blanquear euros como dientes. Otros usan los audífonos para escuchas
ilegales, y algunos incluso, nos dan clases de cómo ahorrar.
Nos cabrean los engaños que
libremente cada uno se descubre, sin más tapujo que decir que el otro miente. Se
cocinan sus salidas y antes de abandonar su butaca, se atreven a desmentir a
quien le ataca. Sus propias leyes les amparan, las mismas que a nosotros nos
callan las ganas de protesta. Para el don de la palabra no son buenos
entendedores, sólo de firmas en contratos entienden como sus labores. Amasar
grandes importes en bancos extranjeros, mientras piden más finanzas para
nuestros banqueros.
Ay maldita la gracia de tenerlos
por delante, de tenerlos como referencia de mando, que si no… los ponía de sol
a sol picando, y como remate, de casa al trabajo, andando. Son enfermos de las
fortunas, carne de mentiras y engaños, son salidos del afán por poseer lo de
los demás. Por tenernos como tunas
pidiendo favores que ya hemos pagado. Librando cada mes en al mercado si
comprar carne barata u oferta de pescado.
Por no dar, no dan ni pena. Ni saben
que es la gloria de luchar por algo, sólo la condena de saber que bajo tierra
terminaran a nuestra vera. Enfermos de una injusticia severa, enganchados al dinero y adictos a cruzar los dedos mientras prometen ser fieles a nuestros
ruegos. Ruines por un céntimo y traicioneros por mucho menos.
El mundo gira hacía el lado
equivocado o va lento, o despistado. Tantos humos han echado y tantas malas intenciones,
que cualquier día nos vamos…
El que nos podría librar del mal ya hace tiempo que no está para encargos.
El que nos podría librar del mal ya hace tiempo que no está para encargos.
La vida nos fía el resto de
nuestros días… y el total del fiado mejor pagarlo en sonrisas.
Lorenzo López