De par en par, siempre limpia y
dispuesta para quien quiera meterse dentro. En cuestión de medidas es de
primera y con la simpleza de la caracteriza se planta firme allí, donde hace
muchos años la colocaron y… bueno es como decir, de aquí no me muevo.
Acumula conversaciones varias,
que a más de unos cuantos nos dejarían de piedra. Alucinaríamos o casi que nos
volveríamos locos de remate, si la acumulación de situaciones, protestas,
sonidos raros, saludos o sorpresas fuera un no parar.
En ocasiones parece que no se
inmute o que no muestre mucha sorpresa. En cambio hay momentos en los que
parece que con sólo su presencia ya no quepan ni dos palabras.
Se cuadra en todo momento y
mantiene la calma de forma natural, ni arrogante y chulesca, sino todo lo
contrario. Su saber estar y su posición, le otorgan su impresionante imagen
ante todo el mundo que se pasee por delante.
Está claro de lo que estoy
hablando, ¿no? La portería. Ese lugar en los bajos de un edifico, el cual
empieza justo traspasar el portal. Ese sitio donde una señora lo mantiene
impecable con regularidad y constancia. Donde los detalles se prestan a la
vista nada más entrar.
Ahora creo que queda más claro a
qué me estaba refiriendo, no sea que alguien pensara que hablaba de una
portería de fútbol o algo similar.
Nos leemos… no olvidéis sonreír
sin porqué.
Lorenzo López