Lectura de Elena

Lectura de Elena
lectura de Elena

jueves, 1 de febrero de 2018

Correos... que vienes el cartero

Parece que la respuesta está clara. Dos. Pero yo discrepo, porque llama más veces y sin conocimiento de causa. Aprieta tantos timbres como le parece, tantos como le aguanta ese dedo colorado. Yo creo que va cambiando de dedo… si son dos veces el timbre de cada piso y toca entre 8 y 10 pisos, o sea 9, llama un total de 18 veces. Dicho de otro modo. Si suenan 18 timbres, y algunos suenan de forma distinta a los otros, sabemos que depende de la prisa que tenga el cartero, la rapidez de los distintos sonidos de los timbres, puede llegar a ser una auténtica sinfonía. Lo malo de todo es que siempre cuando pasa, y si estás en casa, seguro que te pilla haciendo algo que no puedes dejar a medias.

Por ejemplo: si te pilla cagando, no sé vosotros, pero a mí me cuesta poner mi culo en pausa para ir a contestar al telefonillo. Otra posibilidad es que te pille en la ducha y enjabonado. Joder, si ya uno se resbala sólo con agua, imaginaros con jabón en los pies… buufff ostión. Así que yo tampoco me doy prisa por mucho que insista. Y vamos, que no te pille durmiendo. Hay personas que debido a un horario especial en su trabajo (mierda de curro) a medio día están durmiendo, así que si viene el tocador de timbres, la primera vez quizá no le hagas caso. Pero ya la segunda, la tercera, el timbre de al lado, el de arriba y la ostia en vinagre, te joden vivo. Así que levantarte no te levantas, porque piensas, ya que me has jodido… te jodes que no te abriré. Ahora bien, lo que sí haces es darle recuerdos a su familia entera, incluyendo a los que yo no están y a los que vendrán… vamos que una generación entera.

También están los que reparten publicidad. Estos son los peores. A pesar de que hay carteles en la entrada advirtiendo que no se desea publicidad en el bloque, y que además y por cortesía, se coloca un buzón exclusivo para que se depositen sus pasquines fuera del portal, justo al lado de los timbres. Pues bien, con todo y con eso estos tipos siguen tocando el timbre para colarse dentro del portal y poder así llenar los buzones de papeles de diferentes establecimientos con grandes ofertas. Se hacen pasar por carteros cuando alguien les contesta tras la llamada. Los hay que parecen que tengan un telefonillo inalámbrico en casa. Me parto y me mondo… o sea que se hacen pasar por carteros…? Ole sus huevos, como les tenemos tanto aprecio también. Publicidad, lo que es publicidad los carteros no traen, pero facturas, recibos del banco, multas certificadas entre otras putadas, es con lo que tan amablemente nos rellenan el buzón.

Hace muchos años, era diferente. La gente escribíamos en papel, algunos quizá aún lo recuerden…  sí… Bueno tenías suficiente con un trozo de papel y un lápiz o boli. Luego en el estanco te vendían un sobre y un sello de un cabrón… Más tarde cambió la foto y el precio, y pusieron la de otro cabrón con escopeta… lo que no sabía este último es que sólo salía su cara. En fin que en aquella época, podrías esperar una carta de la novia, tus padres, primos, la abuela, amigos etc… y siempre que sonaba el timbre de casa, o bien el picaporte, que normalmente era una mano que sostenía una bola (todo de hierro macizo) y que según la cantidad de golpes, las cartas eran para un piso u otro. O sea un golpe, al primero, dos al segundo, tres al tercero… y poco más, ya que no solía haber bloques mucho más altos… vamos. Aquellos porrazos molestaban mucho más que el sonido de los timbres, la diferencia es que podría ser una carta que esperabas ansiosamente. Eso hacía que te levantaras y fueras a atender al cartero. Te daba igual si estabas cagando…total el papel del elefante rascaba tanto que se hacía violento limpiarse más de una vez. El jabón en la ducha tampoco era mucho problema, normalmente te duchabas el domingo, y ese día no había reparto. Y por el tema de los horarios de trabajo, no había problema, siempre estaba la vecina dispuesta a coger las cartas por ti. Normalmente la más cotilla… no sé por qué.

Antes los carteros eran respetados por los ciudadanos. Ahora los mandas a la mierda y no rechistan apenas… pero cuidaaaooo, que lo más probable es que no recibas tu correo a tiempo ni para saber si tu ex banco ya tiene otro nombre y otro dueño.

Ring ring….



Lorenzo López 

Cómo hacerle un favor a la vecina de al lado


Ya eran las siete y cincuenta y dos minutos. Esa tarde se me hizo más pesada que cualquier otra de la semana. Lo bueno es que era viernes y eso siempre ayuda.

Cuando llegué a casa, solté mis cosas encima del butacón que hay en el recibidor y me despedí del maletín y la corbata hasta el lunes. Fui directo al baño, me quité la ropa y me di una ducha. Salí del lavabo con la toalla rodeando mi cintura y me asomé al balcón. Las vistas no eran realmente buenas, pero sí suficientes para hacerse una idea de cómo estaba el ambiente. Esa noche tenía ganas de salir un rato, desconectar y divertirme.

Sabía que mis amigos se iban a pasar el fin de semana fuera, y aunque me habían propuesto ir con ellos, preferí quedarme.

A pocos minutos de las diez de la noche me dispuse a salir de casa.  Cuando estaba a pocos metros de la puerta, sonó el timbre. Pensé… quien coño será a estas horas. Abrí la puerta y… joder era la vecina de al lado. Maribel, la vecina de al lado, hacía poco que vivía aquí. Le dije que pasara, pero me comentó que tenía que pedirme un gran favor. Por un momento pensé que quizá no me hiciera falta salir de casa para ligar. Era guapa, simpática y muy atractiva…  insistí en que pasara un momento. Pasó y entonces con una súper mirada de lo más dulce, me dijo.

-te agradezco mucho que me hayas ofrecido la oportunidad de conocernos. – Yo pensaba… pues ni siquiera he dicho mi nombre… pero esperé. Ella siguió hablando. –no sé cómo te podré devolver este favor. – Yo estaba alucinando, porque no tenía ni idea de a qué coño se refería. Siguió diciendo... –voy a buscar a María y te la presento. Ahora sí que flipaba de verdad. Me iba a presentar a una amiga, como si nos conociéramos de toda la vida.

Con la puerta todavía abierta, espera en el recibidor, la verdad es que no sabía si era impaciencia, nervios o sé qué… pero algo recorría mi cuerpo.

Maribel salió de su piso y se acercaba al mío cogida de la mano de María. Si antes había flipado, lo que sentí en ese momento, no sabría definirlo con un nombre. Maribel entró en mi piso y soltó de la mano a María, mientras mi boca seguía abierta. Me la presentó y dijo que volvería por la mañana sobre las 7. Me dio dos besos muy sonoros y antes de irse, y se dirigió a María diciendo… pórtate bien cariño, hasta mañana.

Resulta que María era su hija de 8 años… y yo que pensaba que no me haría falta salir de casa para pasarlo bien. Joder… me pasé dos horas y media leyendo cuentos hasta que la niña se durmió.


Vaya con la vecina de al lado…!!!


Lorenzo López