Lectura de Elena

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jueves, 22 de mayo de 2014

Como cuando era pequeño

Y la mañana siguiente transcurrió igual, lloviendo a mares, sin parar ni aflojar lo más mínimo. Me senté en el sofá pensando que sería el domingo más horrible de mi vida. 
Pensaba y pensaba.

De repente se me ocurrió bajar al trastero por curiosidad. Simplemente quería echar un vistazo, hacía tiempo que no asomaba por allí. Me puse la chaqueta que tenía en el colgador, era un lugar frío y más con lo que estaba cayendo… y bajé. Abrí la puerta y encendí la luz, di un par de pasos y empecé a mirar todo lo que había allí.

Entonces me detuve en una caja grande que apenas recordaba y me subí a la estantería hasta dar con ella. La bajé y la abrí. La verdad es que lo hice como si fuera un regalo para mí. En el interior había juegos de mi hijo, apenas tendría unos 7 u 8 años cuando jugaba con todo aquello. Ahora tendría 43 años y pico. Siempre fue un buen chico, algo travieso, con mucho temperamento y con la costumbre de hablar muy claro. La vida de invitó a salir y dirigirse al cielo, donde espero que descanse eternamente. Antes de abrir aquella caja me dio por mirar hacia arriba y cerrar los ojos, mientras notaba unas lágrimas cayendo por mis mejillas. Pero él no lo hubiese querido, así que abrí la tapa de la caja y miré en su interior.

Empecé sacando varias cosas, pero cuanto más sacaba, más interés tenía en ver todo su contenido. Tendí una vieja manta en el suelo a modo de alfombra y me senté encima. Tal y como iba sacando los juguetes, los iba colocando a mi alrededor. Hasta que terminé por vaciar la caja.

Estaba soñando despierto y junto a aquellos juguetes me envolvió la magia como cuando era pequeño. Alucinaba con una excavadora, hacía sonidos con la boca como si estuviera funcionando. También me flipaba un par de coches de carreras. Uno era rojo y el otro azul. Eran de aquellos que siempre quieres que ganen los dos, pero a mí me gustaba hacer que uno de ellos se estrellara… pummm… y lo hacía volcar mientras el otro llegaba a la meta. El ganador era el azul…el color preferido de mi hijo.

Aquella caja contenía cosas con las que yo no tuve, pero algunas eran parecidas. Lo primero que se me pasaba por la cabeza  era con lo que le daba juego a aquellas cosas. Como con un par de muñecos que iban con pilas, y que por supuesto no tenía. Yo los usaba de público mientras los coches corrían y cuando había un accidente, entonces los convertía en servicio de rescate. Era alucinante!! La verdad es que me lo estaba pasando genial.

Me había puesto un sombrero de pistolero y un cinturón con una pistola a cada lado, ah! Y la estrella de sheriff colgada en la parte izquierda de mi camisa, junto al bolsillo donde me puse un silbato. Eso me transportó a los tiempos de cuando mi padre veía las películas de Jhon Wayne.

También encontré un bote que contenía un juego de magia. No se me ocurrió otra cosa que decir, …para todo mi público, que eran aquellos dos muñecos sin pilas, les pedí que prestaran atención porque les iba a dejar con la boca abierta con mis trucos súper mágicos.

Así estuve un buen rato, practicando con aquellas cartas y unos daos mágicos, con la intención de poder lograr hacer el truco más sencillo. Al final habían pasado más de cuatro horas desde que bajé y decidí dejar todo donde estaba y subir al piso. Quería asegurarme que la tormenta no había hecho ningún desperfecto y que todo seguía bien.

Me senté un momento en el sofá, donde hacía unas horas pensaba que sería mi peor domingo y fue todo lo contrario.

Seguí sentado un buen rato… pensando que nunca deberíamos perder esa forma de disfrutar la vida, esa manera de sentirnos simplemente niños.

Al final me quedé acurrucado en el sofá abrazando un cojín, y por un momento imaginé…

Al final me quedé dormido imaginando.


                                                                                                                  
Lorenzo López 

lunes, 19 de mayo de 2014

8ª Crónica para Elena

Elena...querida amiga.

Sé que tu nueva máquina de leer los textos es mucho más eficiente que la anterior. Me alegro mucho. Espero que pueda leer los besos, porque te mando unos cuantos…  <> <> <> <> <> <> <> <>

Esta noche quisiera que la sintieras especial y para ello me colaré en tus sentidos…
Sin mirar, buscaré ese precioso cariño que es sustento de mí ser. Palpando, enhebraré cada latido tuyo, con uno mío… y con cada sentimiento que tengamos juntos, haremos un recuerdo inolvidable. Y aunque mis lágrimas escuezan, no habrá sufrimiento que me doblegue por sentirte como te sigo sintiendo cada día. 

Porque si algo existe no hace falta verlo… percibir su esencia al tacto con una caricia…tiene que ser maravilloso.

Gracias Elena por enseñarme a sentir.


Te quiere, Lorenzo López.