Lectura de Elena

Lectura de Elena
lectura de Elena

jueves, 30 de octubre de 2014

El deseo de un sueño

Aquella mañana no parecía distinta a las demás. Amaneció y mis ganas de sonreír eran tan escasas como cualquier otro día.

Tras asearme, salí en busca de aquella parte de suerte que dicen que todos tenemos. Confiaba en tener la oportunidad de hacer alguna prueba en tantos sitios como se me presentaran para ello. Cualquier sitio que se prestara a que yo les demostrara mi valía, allí iba a dar todo de mí.

Habían pasado más de dos horas y mis piernas empezaban a notar el cansancio. Mi corazón y mi entusiasmo me empujaban a seguir. Como cada día de cada mes… Seguí caminando, entrando y saliendo de cualquier lugar donde pudiese hacer algo positivo. Me ofrecía a demostraciones varias y también a pruebas sin remunerar. Pero nadie tenía la voluntad de apostar por mí.

Tocaron las 13.30 horas y muchos sitios empezaron a cerrar. Quise ser positivo y pensé que aún me quedaba toda la tarde para seguir ofreciendo mi experiencia y mis ganas. A pesar de todo mi esfuerzo y empeño por conseguir demostrar que valía para algo, nadie me dio ni una oportunidad. Empezó a anochecer y mis opciones disminuían por momentos y la desesperación se apoderaba de todo mí ser.

Llegué a casa con demasiadas pocas ganas de nada. Me tomé un vaso de leche caliente y me fui a la cama. No es que tuviera sueño, lo que tenía eran ganas de llorar.

Mientras sollozaba, mi nariz se rellenaba de mocos y mi respiración era un tanto complicada.
Al final conseguí aliviarme y me relajé lo suficiente como para poder pensar en algo que me hiciera sentirme bien. Conseguí hasta sonreír un par de veces…

Con los ojos cerrados y la mente abierta, mi corazón y yo deseábamos lo mismo. Que se cumpliera el deseo.

Parece ser que así fue, el deseo se cumplió.

Aquella mañana no desperté como siempre, ni en el mismo sitio. Lo hice en un lugar extraño, aunque me sonaba de algo. Mis ganas de hacer cosas existían, pero eran por otro tipo de cosas. Miré hacia arriba y agradecí que se hubiera cumplido mi deseo. No sólo había muerto, si no que me había convertido en un ángel, tal y como hube deseado. Ahora podría hacer aquellas cosas que en tantas ocasiones deseé.

Podría ayudar a quien se lo mereciera. Darle cariño a quien lo necesitara. Repartir oportunidades para todo aquel que las quisiera y sobre todo enderezar a los que me negaron ser una persona normal entre todas las personas. No podía permitir que se volvieran a equivocar con nadie más. No se trataba de castigar, si no de enseñar a que todo el mundo merece la oportunidad de tener una oportunidad.

Y ese fue parte de mi cometido desde entonces, dar oportunidades a quien no me las dio a mí…


Lorenzo López