Lectura de Elena

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jueves, 22 de septiembre de 2016

Consecuencias de despertar dormido

Supongo que nadie lleva la cuenta de las veces que ha sufrido consecuencias por despertarse dormido. Yo tampoco, pero debido a una serie de circunstancias que por pura casualidad una gran persona se atrevió esta mañana a mencionar mientras se partía de risa…, me atreví a aceptar su petición son sumo gusto.

Como consecuencias principales destacaremos la falta de atino en las cosas. Como por ejemplo cuando suena el despertador. Más que despertarte lo que hace es darte un susto de cojones, y eso contando que muchas veces estamos esperando a que suene. Pues aún así, nos sobresaltamos. Parece ser que hay algunos casos en los que los despertadores han salido volando… y la ley de la gravedad ha hecho el resto. Despiece total!!!

Hay personas que se levantan para ir al lavabo antes de que suene el despertador. Primero miran la hora, calculan el tiempo que les queda para que suene y van a mear. Todo esto a oscuras.

Más o menos sería algo así…

En mitad de la noche, o por ahí, abres los ojos todo lo más que puedes. Como si fueras a ver algo…vamos. Te das cuenta de que no, pero piensas que no vale la pena dar la luz para ir hasta el baño (que está ahí al lado) y hacer un pis.

(Me gustaría que os imaginarais la puesta en escena…)

Abres lo ojos, te incorporas para sentarte en la cama y automáticamente tus pies que buscan… las zapatillas. Cado pie por su lado. Cada uno de ellos busca por su cuenta su zapatilla. Los dedos de los pies se comportan como si tuvieran olfato propio y se van moviendo de un lado para otro buscando… mientras tanto tus ojos se van cerrando y abriendo lentamente, muy lentamente… pensando que como no hay nada que ver, y mientras aparecen las zapatillas… Una vez los pies dan con su par y se introducen dentro de ellas, tu mente le dice a tu cuerpo que se puede ir levantando, y a pesar de los gestos de la cara, muecas y tics varios, uno se levanta, y ahí viene la siguiente dificultad i la más difícil. Mantener el equilibrio. El cuerpo se tambalea, y los brazos entran en acción, sobre todo las manos. Empezamos a moverlas a derecha e izquierda como si bailáramos un can-can artos de vino malo, y buscamos como está dispuesta la habitación para encontrar la puerta y poder salir en ruta hacia el WC. En esos momentos las dimensiones y distancias de las cosas no están, ni son como uno pensaba, y justo cuando damos el primer paso… PAM porrazo que nos damos con la esquina de… de algo que no identificamos porque nos duele tanto, que entre que no gritamos por las horas que son y que no sabemos dónde estamos, la tensión se hace mayor. (Aquí tendría que decir aquello de… se palpa, pero no es adecuado. O lo de se puede cortar… pero tampoco es el momento de tener un cuchillo en las manos) Cuando se nos pasa un poco el dolor y el pie vuelve a tocar suelo, seguimos andando, pero ahora con más cuidado que el Papa en un hospital. Llegamos a la meta, nos sentamos y resulta que la tapa está bajada… mierda que fría está, coño. Nos levantamos deprisa y la subimos. Por supuesto no calculamos bien y golpeamos con cierta fuerza la tapa contra el depósito… y protestamos de nuevo, joder vaya mierda… ahora sí, nos sentamos, apretamos…y descansamos. Un par de minutos después, volvemos a la realidad. Vuelta a la habitación… chachaaan… rápidamente pensamos que iremos por el mismo sitio que hemos venido. (Manda huevos…por donde vamos a ir si no, en casa no hay atajos…) Total que reemprendemos la marcha de regreso a la cama (que ya estará más fría que la conversación entre un gaditano y un japonés), intentamos recordar todo lo que hemos ido tocando y nos ayudamos de las manos, como no. Pero hay pasa que antes íbamos y ahora volvemos, o sea que lo que estaba a la derecha, está a nuestra izquierda i viceversa. Con lo cual, apenas nos confiamos, nos damos de “loros” con la mesita que creíamos que estaba en vete a saber dónde… (Nos acordamos de la familia entera del que hizo el mueble). Al fin encontramos la cama y nos dejamos caer como un muerto…

Al poco rato…. Titititic titititic titititic… suena el despertador, y a partir de ahí es cuando puede volar… y la gravedad se ejecuta tal cual va subiendo.
Nos acordamos de la virgen, el hijo y algunos otros familiares santos y nos levantamos. Ahora sí damos la luz… (Lo que nos hubiéramos ahora si la damos antes) de vuelta al baño… nos lavamos la cara y acto seguido vamos a la cocina. OJO!!! Todo esto teniendo en cuenta que nos hemos despertado dormidos. Abrimos la nevera, cogemos un brick, (en teoría de leche) nos llenamos un vaso con la intención de ponerlo a calentar en el micro. O sea, abrimos la puerta del mismo, y a pesar del tamaño de esta, cuando intentamos meter el vaso el su interior, no sé por qué motivo chocamos con alguna de las partes del micro y la leche se nos vuelca… y vengaaaa… nos cae encima de los pies heladita como está de la nevera. Vuelven los santos y su familia, la virgen e hijo con el espíritu y la gaita. Resoplamos, abrimos la nevera volvemos acoger el brick y nos llenamos el vaso… mientras se va llenando… Ostia… si no es leche!!!, es zumo de “melocotón”, con su cremosidad y su toque azucarado que tanto mola tener entre los dedos de los pies de madrugada, y por las zapatillas (que tanto nos costó encontrar, joder)

Lo bueno de todo, es que tras todo esto y aún con el dolorcillo del primer porrazo matutino, nos hemos despejado bien y rápido. Y una cosa más os digo… si al volver al baño, os miráis al espejo y os partís de risa de buena mañana… ya será la ¡¡¡OSTIA!!!

Feliz semana a todas/os


Lorenzo López



PD: Un abrazo enorme a la persona que se atrevió a pedirme que escribiera sobre esto. Espero que sea de su agrado… Y se parta de risa otra vez