Lectura de Elena

Lectura de Elena
lectura de Elena

jueves, 27 de octubre de 2016

Zapatos de charol

Las ganas de hacer y conseguir ciertas cosas que nos gustan, nos hace ver la vida de otra forma. Aunque se podría decir que cada uno tiene su forma de verla y sentirla, siempre hay alguien que tiene esa magia especial con la que disfrutar de la vida, es un placer. Ah… y no por eso deja de ser divertido.

Su paso era algo lento. Caminaba sin prisa atajando por calles que aparecían como puestas adrede, y las tomaba como por instinto. Se podría decir que inventaba recorridos a diario y los alternaba según el día, el momento o el antojo.

Aprovechando los paseos y su caminar lento, los escaparates de ropa y otros, eran parte de su entretenimiento. Y como todo el mundo, tenía en mente algo que era muy de su gusto. Los zapatos de charol negro. Los miraba como si no hubiera otros en ningún otro lugar del mundo. Sus ojos los miraban y su imaginación los calzaba en sus pies… y como no, sus sonrisa se dibujaba en su rostro de la forma más natural. Durante varios paseos aquellos zapatos permanecieron expuestos en ese aparador, como si le estuvieran esperando.

Un día cualquiera, bueno y lleno de sonrisas como otros, los paseos cambiaron. Se hizo con ellos. Y sus pies ya calzaban unos brillantes y bonitos zapatos de charol negro. Los pasos eran los mismos. La distancia también, pero las ganas de caminar eran diferentes. Ni más presumida que cualquiera, ni menos.

Aquellos escaparates no la echaron de menos, porque seguía parando y observando todos los artículos que se enceraban en aquella especie de pecera gigante. En lugar de agua, aire. Y cada prenda, una ilusión.

Los pasos se acumulaban en las elegantes suelas de sus zapatos. Uno tras otro, uno tras otro, en cada paso de cada día.

Una mañana ligeramente fresca, salió para hacer unas gestiones rutinarias. En esta ocasión recargar la tarjeta del bus. Y siempre pasa algo que no esperas. Resulta que la noche anterior había llovido bastante y las calles estaban llenas de charcos. La verdad es que pisar charcos mola un pasada. Pero tal y como os imagináis, la niña de los zapatos de charol negro, no tenía ningún interés en hacerlo. Por descuido, había salido de casa con sus zapatos nuevos. Empezó a caminar como siempre, con esa pausa característica suya. De momento controlaba y mantenía sus zapatos a salvo de grandes charcos y otros peligros.

Todo controlado. Sus pasos eran calculados y el ritmo de los mismos era pura sinfonía. Su mirada era como si buscara algo donde fijarse, y su pensamiento acumulaba imágenes como instantáneas.

Es cierto que en ocasiones, si algo tiene que salir mal, saldrá. Pues esa mañana algo salió mal. Mientras esperaba a que el semáforo de peatones se pusiera verde, un coche que circulaba demasiado rápido y demasiado cerca de la acera, pasó por encima de un charco, y toda el agua salió despedida hacia los zapatos de charol. Fue una escena aterradora, ver la cara de aquella niña, mientras sus ojos miraban sus zapatos mojados y chorreando por todos lados.

Es curioso como una persona puede tener una ilusión por algo, por simple que parezca, y esa ilusión le haga sentir una felicidad tan especial como uno la desea.

Como siempre vencen las ganas de hacer cosas y la ilusión, aquellos zapatos de charol negro, se secaron y todo volvió a ser como antes. Los paseos volvieron a ser pausados. Los atajos surgían por que sí, y los pasos seguían siendo parte de una sinfonía perfecta.


Date un capricho cualquier día, el que más te apetezca. No esperes a mañana… es muy probable que te lo merezcas hoy. Sonríe y disfrútalo !!!


Lorenzo López