Desde la barra, en cualquier
posición, hay diferentes puntos de vista de las mismas situaciones. Estos son
algunos.
Las horas transcurren por sí
mismas, pero en dependencia de la acumulación de clientes, se hace más o menos
rápido el trascurso del tiempo.
Hay una posición mágica, quiero
decir que siempre hay un lugar desde donde se observan cosas de forma muy
diferente y asombrosa. También se escuchan mejor algunas de las conversaciones
de los distintos clientes, que se colocan en la barra para hacer deleite de sus
apetencias alimentarias y otros menesteres. Es muy curiosa la cantidad de
personas, que sin pensar, supongo, cuentan lo que quizá en sus casas no hablan
por vergüenza, o no dirían sin tener en sus adentros, unos tragos…
Un grupo de… conocidos, y lo digo
así, porque creo que se conocen más por compartir rondas, que por amistad
sucedida en el trascurso del tiempo. Además no suelen venir todos a la vez, y
lo normal es que cuando se encuentran en la parte buena de la barra, se saludan
como si hiciera tiempo que no se ven. Llega el primero y se pide su vinito y
ojea algo para picar. Se queda más o menos en un sitio, aunque va y viene como
si esperara a alguien. Pues sí, llegó ese alguien. Saludos cordiales y una
ronda porque yo lo valgo… ojeada al picoteo, mientras otro caballero entra por
la puerta saludando casi desde la misma, y otro más… Y es a partir de ese
instante cuando empieza la sesión de anécdotas, pensamientos varios,
ocurrencias dispares y… como casi siempre, a ver quien la tiene más grande.
Quizá sea la casualidad o vete a
saber qué, uno se fija y escucha, mientras se suceden distintas situaciones. La
cuenta de las rondas va aumentando mientras estos caballeros se empeñan en
arreglar cosas, lo que sea, pero algo cambiarían para, según su criterio,
arreglar… el mundo?
El bendito vino, sea del color
que sea, para esto no hay racismo que valga, hace mella en algunos más aprisa
que en otros. Y siempre está al que se le ocurre la gran idea de expresar algo
distinto al tema que en ese momento concierne y mantiene a todos a la escucha…
bueno a casi todos. Ese tipo salta a la ligera y expone lo que haría si él
fuera el que mandara en ese momento en España. -Me gustaría verlo en casa delante de su mujer…-, Haría que todos
los políticos pagaran por todo lo que han hecho y a la mayoría los soltaría en
la mayor plaza del pueblo o capital. Digo
mayor porque hizo hincapié en que fuera la más grande para que hubiese más
gente dándoles de bofetadas. Madre mía, si esa es la manera que tienen
algunos de arreglar el país, dejándose llevar por los delirios de unos cuantos
vasos de vino, estamos listos. Ahora, que hubo uno que contradijo lo mencionado
por el tipo de las grandes plazas, diciendo… no hombre no, como les vas a poner delante del pueblo para que los linchen,
primero que devuelvan todo lo que han robado…con dos cojones!! Luego ya…
Y por ahí van los tiros de las
conversaciones del grupo de “adultos experimentados”, que amparándose entre
tinto y valdepeñas… aumentan las ganas de hacerse con el mando de la
conversación y dirigir sus ideas, con menos rumbo que la gallinita ciega.
Otro punto de vista es cuando
observas personal más joven, pero no con menos huevos que cualquiera, vaya por
delante.
Estos son más del santo de la
cerveza, San Miguel. Que por cierto cañita a cañita, también cunde lo suyo, y
llegados al punto clave, sucede lo esperado. Conversaciones sin sentido y
paridas a raudales que se amontonan en la mente de parte de la compañía que no
beben, pocos, por cierto. Algunos de estos abstemios, mueven sus cabezas asintiendo
lo que escuchan, sin darse cuenta que de esta manera, dan más rienda a los
devotos de San Miguel, que una y otra vez vacían sus jarras para volver a
llenarlas con tan preciado zumo de cebada.
Cuando estos grupos son todos
amigos, quiero decir que no hay parejas de hecho entre ellos, aunque haya
chicas, las conversaciones cogen un tono más tosco y ordinario. Me refiero, y seguro que ya sabes tú por donde voy, a que se
desmadra la cosa y empiezan a salir… las
veces que me follao a la tía aquella del otro día que parecía que no le gustaba…
y cosas así. Emergen en un estado de poder casi absoluto en cuanto se llenan la
panza de cerveza y la mente de una sustancia, la cual no sé su nombre, y eso
hace que pierdan el sentido de las cosas normales. Más o menos. Una observación
que hago… Si entre las chicas que les acompañan, hay alguna al que le hacía
tilín-tilín, me parece que después de los comentarios del machote de turno y
sus rufianes, se acabó del todo el posible polvo, que cualquiera de las chicas
pudiera tener en mente… o en otro sitio.
La cuestión es que hay puntos de
vista y situaciones muy distintas, dependiendo de con quién te encuentres, si
son más o menos amigos o conocidos, o mucho más aún, dependiendo de con quien
vayas por ahí. Porque estoy seguro que muchos de los amantes del vinito “qualsiasi
colore”, como dirían en Italia, y filósofos de las leyes que aplicarían para
arreglar el país, no hubieran dicho lo mismo delante de sus padres. Y ya no te
digo nada de si van con sus esposas. Joder, la bronca puede ser tremenda, eso
si consiguen acabar un par de frases… y el dolor de cabeza de ellos al día
siguiente, no sería nada comparado con el dolor de cabeza de ellas… iban a
estar unos cuantos días, o quizá más… sin tocar fondo caliente. Ya me entendéis…
De puertas para fuera, todo es
muy bonito. El problema está dentro, bueno, las habas se cuecen en todos
sitios. Me refiero a que cada uno se sabe el cuento su manera, y lo cuenta como
le sale de los huevos. Y si encima te acompaña San Miguel o la estrella, o la selecta de la casa…
o Don Mendo o Don Simón o Don rosado o el blanco más blanco y encima fresquitos…
pues tira millas que ya llegaremos ande sea… hip!!!
Quiero hacer mención a una pareja
de chicas, que a pesar de lo que va esto, me hace gracia contarlo.
Sentadas en una mesa, solas las
dos, consumían un par de coca-colas zero. Al principio hablaban bajito. Tenían una
conversación más reservada que la agenda de paquirrín. Eso mientras duró la primera
ronda. Que por cierto, tengo dudas que no sean las rondas en sí, porque volvieron
a pedir dos chispazos más de la vida, y zero, y la verdad es que se pusieron gallitas
las dos nenas entre sí. Que es lo que más me sorprendió. Llegando incluso a
tener momentos en que la conversación subía de tono, y no sólo me refiero al
volumen, sino también a las formas.
En fin, repito que no sé si son
la cantidad de rondas que afectan como para que digas cosas incoherentes,
absurdas, bastas y faltas de respeto, o bien es el alcohol como toda la vida ha
sido, el que nos hace, en ocasiones, percibir otro punto de vista.
Fuera como fuese, siento que la
vida sin estas cosas, no sería lo mismo. Sería como pasear por un descampado y
quedarte sin ideas para imaginar algo chulo, que te hiciera el camino más ameno.
El que sepa rezar, o quiera, que
se acuerde de los santos arriba mencionados… “que sólo nos acordamos del
paraguas cuando llueve”
Lorenzo López.