Yo corro, tu corres, el corre, nosotros corremos, vosotros
corréis y todos cansados, pero contentos.
Que tiempos cuando el pan con
chocolate era merienda de calidad. Cuando el tulipán venía en helicóptero y nos
volvíamos locos por catarlo con azúcar o con colacao. Cuando jugar era quedar
con los amigos, vernos las caras, compartir una Mirinda de la misma botella y
una bolsa de pipas Churruca escuchando la AM de la radio. Aquellos tiempos en
los que ir a la moda no era importante, lo importante era reírse con los
colegas. Daba igual lo que llevarás puesto… “ande yo caliente ríase la gente”. Molaba
mucho el pilla-pilla. Tan simple como correr uno detrás de otro para pillarlo y
hacerle parar. Super divertido, sencillo y dinámico, repleto de sensaciones
y emociones que el que no las ha vivido, es imposible que las pueda contar.
El escondite. Un colega contando
hasta 50 y los demás corriendo a buscar un sitio donde esconderse, para que el
que contaba no te encontrara. Si lo hacía, la parabas. Realmente emocionante. Un juego de estrategia de un
grupo de chavales felices que daban valor a la amistad entre ellos. Eran como
los mosqueteros, “uno para todos y todos para uno” y la palabra de cualquiera tenía
el valor de su propia persona. Era un contrato oral que se firmaba con un “te
lo juro”... y punto.
La taba también molaba mucho,
igual que el palé, las canicas, la lima, el pañuelo, el anillo, el piedra,
papel, tijera. El churro media manga, manga entera y el veo-veo. Todo molaba de
una forma tan diferente a la que ahora funciona. Ahora que por cada amigo real que
tenemos hoy en día, hay miles de virtuales.
Antes teníamos el papel del culo
del elefante rojo. Se vendía el rollo suelto, de color marrón y rasposo, y normalmente duraba mucho más de
lo que ahora duran seis. Teníamos los mejores donuts que han existido y que
jamás volverán a fabricar. Ni siquiera recuerdan la receta de antaño. Teníamos dos chicles Bazoca por una peseta, los paquetes de Bang-Bang por cinco
y las irrepetibles pipas Churruca por 5, 10 o 25 pesetas, dependiendo del tamaño.
Teníamos amor verdadero, besos dulces como la miel, promesas que se cumplían,
juramentos jurados besando los índices cruzados. "Había quien juraba por Snoopy..." Teníamos flores que duraban
semanas enteras sólo cambiándoles el agua de vez en cuando. Teníamos motivos para sonreír
juntos, separados, en casa, en la calle, en patio del cole o en cualquier
rincón del barrio. Teníamos rascones en nuestras rodillas que se curaban poniendo
un poco de nuestra saliva y que dejaban de doler al momento. Teníamos estampas
de San José que funcionaban sin pedirles nada. Teníamos lágrimas sinceras que
brotaban desde lo más sincero de nuestra alma. Daba igual el motivo, lo que
importaba era la persona. Teníamos más salud que ahora porque había menos “E”
entre los ingredientes. Teníamos Ceregumil por si alguno necesitaba
ayuda. Y dejar la puerta abierta de casa no daba miedo, ahora da pánico hasta
cerrada.
Teníamos lo que esa época nos
trajo, pero lo disfrutábamos como si fuera lo mejor de lo mejor, sin perder la
cabeza por un ring de un teléfono. Ni perderla por si fulano tiene más de
aquello que nosotros o aquel más que nadie. Simplemente éramos cada uno cada
cual, y vivíamos cada momento de los días tal y como se presentaban…”momento - nosotros,
nosotros - momento", y ya está. Porque se trataba de vivir y disfrutar, no de
joder a nadie ni de ser el primero hasta para comer mierda.
Teníamos corazón para compartir y
compartíamos hasta el pañuelo de los mocos. Nos hurgábamos la nariz como se
sigue haciendo hoy en día, con el dedo índice. Amar siempre ha significado lo
mismo, AMAR. Porque hay cosas que no podrán cambiar nunca por los siglos de los siglos, y hay otras que
deberían haber cambiado hace muchos pero muchos años.
"El patio de mi casa es particular,
se moja cuando llueve como los demás…" Esto tampoco cambiará jamás.
Si llueve te
mojarás.