Hoy es un buen día para explicar cómo
es que un gordo nos pone a dieta.
Eso ocurre cada año sin falta. A pesar
de que tenemos la experiencia para tener en cuenta que nos puede suceder
nuevamente, nos volvemos gilipollas o algo así, y seguimos con esa tradición que ésta, sí que vuelve por navidad.
Entre todos los gastos que una persona
pueda tener por estas fechas, siempre tiene recursos para adquirir varios décimos
de lotería con la esperanza de que le toque algo. Y hasta ahí estoy totalmente
de acuerdo… la ilusión por las cosas que nos hacen feliz, aunque sea unos días,
merece mucho la pena.
Todos y cada uno que tenemos
décimos, queremos lo mismo. Que nos toque el premio mayor. Por supuesto que sí.
La cuestión es que cuando empieza
el sorteo y salen pedreas, seguimos teniendo esperanzas de que nos puede tocar
algo bueno o muy bueno. Cuando sale un quinto, y no es el nuestro, pensamos…
bueno es que yo quiero más que un puto quinto premio. Luego sale en cuarto y
tampoco es el nuestro… luego el tercer premio… ahí ya pensamos… mierda. pero
seguimos creyendo que el nuestro será el premio gordo. Una hora más tarde sale
el primer premio, el gordo, y tampoco
es el que nosotros llevamos. Entonces sí. Entonces pensamos… venga que con el
segundo me conformo. Y rezamos hasta lo que no sabemos, inventándonos oraciones
que jamás se han escrito, ni siquiera en las cuevas de los trogloditas.
Unos minutos más tarde escuchamos
que cantan el segundo premio… y aunque no queremos, acabamos mirando y vemos
que no es el nuestro. Ahí, en ese jodido instante, sólo nos cabe pensar que aún
tenemos que mirar la puta pedrea porque quizá tengamos alguna cosila que
rascar.
Recordáis el titulo? EL GORDO QUE
NOS PONE A DIETA.
Pues ni más ni menos, me quiero
referir a que hacemos de las nuestras para conseguir números que
nos parecen
mejores. Números que creemos que tienen más posibilidades de salir. Números que
discurrimos como si nadie más los pudiera pensar. Números que para nosotros son
exclusivos. Pues a tomar por el culo, porque toca donde toca y a quien toca. Así
que lo único que nos toca es pensar que… un año más, el gordo nos pone dieta. Porque tras tirar todos los décimos y participaciones,
y haber contado cuanto nos hemos gastado en ellos, empezamos a pensar en cómo
recuperar lo perdido.
Y no se nos ocurre otra cosa que empezar a pensar en cómo
hacerlo. Entonces nos ponemos a dieta.
No salimos tanto. En lugar de quedar
tres findes al mes, quedamos como mucho dos. En lugar de ir a la pelu cada
semana, nos teñimos en casa. En lugar de desayunar en el bar, nos
llevamos el bocata (y pequeño) En lugar de ir a comprar unas bambas nuevas,
buscamos unas retro por casa (lo retro siempre está de moda, y sale barato) Aprovechamos las sobras de carne para hacernos un arroz. Nos comemos los yogures
caducados. Con el pan duro hacemos migas o lo mojamos en la sopa. Cuando vamos
al super buscamos las ofertas como quien busca agua en un desierto. Recogemos en
la calle, aquel puto céntimo que antes no cogíamos por vergüenza. Llenamos más
las lavadoras. Hasta hay gente que sale a correr despacio para sudar poco y así
no tener que ducharse. Incluso los hay que antes de que el medio limón que
tenemos todos en la nevera se ponga feo del todo, se hacen un té y lo
aprovechan. Aquellas natillas que ya tienen esa capita por encima que la hacen
un poco desagradable… pues se la quitamos y la aprovechamos cuando viene un
invitado sin avisar. (ale, pa que no venga más)
Cualquier cosa por
remendar las pérdidas del gasto de la lotería.
Y sí, es así de claro, en este
caso es “el gordo que nos pone a dieta”
Espero que el niño, no sea muy rebelde
y les dé un respiro a aquellos que quieran repetir experiencia,
y después
seguir la misma dieta del 22.
Feliz navidad a todos… Sin
excepción!!!
Lorenzo López