Muy querida
Elena.
En esta
ocasión, y sin que sirva de precedente, quiero saltarme las reglas. En lugar de
hacerte una crónica como venía haciendo rigurosamente, deseo escribirte un pensamiento.
Hace ya varias
semanas que tengo dudas de cómo vivir, de cómo sentir y soñar, de cómo imaginar
la felicidad. Dudo de cómo apreciar los detalles de un sueño propio. Me cuesta
expresar algunas sensaciones que llevo dentro, e incluso llorar…me cuesta
mucho, cada día más.
La última vez
que lloré, lo hice por ti, Elena, y quiero disculparme por ello. Si, te pido
disculpas, porque eres una buena persona, alegre y cariñosa. Concibes tu vida
de una manera distinta a lo que yo haya conocido antes. El valor por las cosas
que has elegido, la forma de tratar tu corazón, de acariciar los sentimientos y
de acunar los suspiros en tu boca… Aunque tus ojos no puedan ver lo que otros ojos
sí ven, tu mente y tu alma son capaces de imaginar lo que otras mentes y almas
nunca podrán.
Si pudiera
pedir un deseo….
En el próximo
relato te lo cuento.
Siempre te
quiere.
Lorenzo López