Así de intenso, así de venenoso es
el rojo de tus labios. Es el veneno que tan bien me sienta y por el que me gustaría
morir.
Esas tardes sin ti, sin tu
aliento, sin tu cariño, sin mí a tu lado, sin nada más que la negra noche rota
por el brillo de la luna reflejada en el mar de tus sueños. Y un puñado de
estrellas buscando completar tu nombre rompiendo por unos instantes, en pedazos,
la luz opalina de la luna más redonda y preciosa, que esa noche puse encima de
tu alma. La vida sigue y el tiempo es la silla donde te espero hoy… quizá
mañana sea pronto para decirte que moriría por ti, quizá otro día te lo digo. O
quizá nunca te lo diga a cambio de salvarte la vida. O quizá vete tú a saber…
Aún recuerdo tus labios cuando se
mezclaban con los míos en la pasión de la noche, sin luz, solos tú y yo con el
silencio a nuestro alrededor, roto por esos latidos especiales de tu gran corazón.
Ese rojo de tus labios que aún tengo el placer de saborear cuando relamo mis
labios, y el recuerdo me hace sentir tus caricias como antes. Tus manos
buscando sobre mi piel lo mismo que buscaban las mías sobre la tuya. Tus ojos
cerrados, los míos también. Y tu aliento acelerado intercalándose con el mío…
tan perfecto como el tic-tac de un reloj suizo.
Porque si pienso, te pienso. Porque
si respiro, respiro tu aliento. Porque si amo, te amo, y si sueño… siempre
estás a mi lado. Y cuando no, te imagino…
Porque me encanta tu sonrisa. Me encanta
mirarte cuando duermes, aunque no sepa lo que sueñas, aunque no entienda nada
de nada cuando me explicas tus sueños en voz alta. Me encanta sorprenderte por
el gesto de tu cara, por el brillo de tus ojos, por esos latidos desordenados
que te hacen tan especial y diferente… Me encantas.
Porque de vez en cuando la vida,
nos regala algo inesperado, algo sutil, algo extraordinario. Un encuentro, una
mirada que dura apenas un instante y es para toda la vida. Un reflejo, una
ilusión compartida, una grito sin eco, un guiño de bienvenida. Un beso
imaginario, una pregunta sin respuesta, los secretos de un diario, una promesa
honesta. Un te quiero para siempre, un tú o ninguna, una canción de cuna, un
verso sin terminar, un poema de amor, un atardecer junto al mar, un suspiro
embriagador. Un escalofrío de pasión, dos
palabras en la arena, tres motivos sin razón, cuatro manos a escena, cinco
dedos me señalan y seis sentidos nos delatan.
Porque de vez en cuando suceden
cosas maravillosas… y Te quiero…
Lorenzo López