Lo recuerdo todo de esa pausa… lo recuerdo como el primer día, cada día
de mi vida.
Porque hay cosas que nunca se
olvidan. Momentos que forman parte de mí, de nosotros. Nuestros.
Porque aún
recuerdo el primer beso…
Siempre lo recuerdo. Nunca habrá ninguno
igual, aunque nos besáramos sin parar toda la vida. Jamás.
Pero lo mejor de aquel beso fue la pausa de tus labios. Donde ocurrieron
tantas cosas… sí, muchas cosas, muchas sensaciones, muchos "porques"… Donde cada palabra que no dijiste, se recostó en tus
sentidos. Donde suspiramos a la vez con aliento de deseo. Donde el silencio se
convirtió en una dulce sinfonía. Una sinfonía mágica de 7 notas al azar, que me susurró lo que sentiste y lo que más deseaste, y me describió exactamente
todo lo que jamás podrías explicarme a voces. Me tocaste el corazón, me
erizaste la piel hasta perder la razón. Descubriste los deseos que tengo
contigo, me descubriste el alma entera y hasta el pedazo numero mil de esta, se
quedó bailando en la pausa de tus labios.
Unos labios rosados que me
besaron por amor. Que me besaron con cierta pasión. Con una locura tímida que
encarnó tus mejillas… como casi todos los días que me besas. Como casi siempre piensas que te quiero besar. Esa maravillosa pausa fue la cantidad de tiempo que más he
disfrutado a tu lado. Aún cada noche me recreo en mis sueños abrazándote, y
saboreando aquel beso dulce que sorprendió mis labios por su sabor, por su
ansia y su ternura, por ser tuyo, único y sensual, transparente para los
demás, pero de mil colores para mí y que nadie disfrutará jamás.
La pausa de tus labios
Con los ojos cerrados y las manos
cogidas, un deseo compartido… un beso eterno que nunca se olvida, ni se perderá de mi
memoria. Porque quererte no es sólo una ilusión, o un capricho, es la gloria. Quererte no es
sólo un placer. Quererte es amarte sin porqué, es ayudarte cuando me necesites,
es estar para siempre, es amarte sin querer. Es demostrártelo cada día. Es caminar tus pasos. Es
adivinar tus deseos, dormir en tu regazo y escuchar cuando me hablas, y
hablarte aunque no me escuches. Susurrarte al oído mis "te quieros" uno a uno, y acariciar tu piel mientras sueñas con
los angelitos. Quererte es anticiparme al amanecer y al despertar, hacer que estoy dormido y que me beses como ayer. Quererte... quererte eres tu.
Quererte es todo lo que tengo… en
la pausa de tus labios.
Lorenzo López